✨1✨ʙᴇɢɪɴɴɪɴɢ✨1✨

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Gustabo

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Gustabo. Ese era su nombre. Un chico un tanto peculiar y curioso. Llamaba su atención por su extravagante ropa y personalidad, además de ser el nuevo.

Había llegado de otra ciudad junto a su amigo/casi hermano Horacio. Los dos desde bien pequeños se hicieron amigos y pasaron el resto de sus vidas juntos.

Actualmente se encontraban en un piso de alquiler que les pagaba el centro de acogida. Si, un centro para huérfanos. La mayoría han perdido a sus padres y otros simplemente fueron un condón roto para ellos. Como era el caso de Gustabo.

El no recordaba nada de ellos. Simplemente le contaron las del centro que cuando tenía más o menos 4 meses de vida apareció en la puerta del centro. Bueno, del antiguo centro. Ni siquiera tenía una fecha de cumpleaños.

Toda su vida la pasó de centro en centro junto a Horacio, el cual lo conoció en el cuarto cambio de centro. No paraba de meterse en problemas y en ser echado por su comportamiento.

Hoy era su primer día. Era un instituto grande y famoso. Les habían aceptado de milagro, tal vez porque Horacio era muy buen jugador de fútbol.

Al entrar se dirigieron a su clase correspondiente. Horacio estaba muy feliz y nervioso por estar en aquel lugar, mientras que Gustabo se mantenía indiferente.

Cuando llegaron a la entrada de la clase, había un gran grupo, en su mayoría chicos, justo al lado. Horacio iba a pasar dentro de la clase si no llega a ser porque uno de ellos le puso la zancadilla haciendo que perdiera completamente el equilibrio.

- Uy, cuidado crestitas.- Le dijo un chico muy alto y con cabellos negros. Era bastante atractivo, vestía con unos jeans y una camisa simple junto a una chaqueta de cuero. Pero eso no quitaba el hecho de que se había metido con SU hermano.

- ¿Qué cojones haces gilipollas?- Dijo el rubio ayudando a levantarse a Horacio.

- Ha sido sin querer enano, no quería dañar a tu amiguita.- Dijo el pelinegro haciendo que se rieran sus amigos.

- Vuelves a hacerle algo a Horacio y mañana te encontrarán muerto en un contenedor de basura, gilipollas. - Dijo el rubio con rabia. El pelinegro estaba a punto de contestarle pero no pudo, ya que Horacio cogió de la mano al rubio y se metieron en la clase.

Finalmente se sentaron juntos y Horacio se acercó a su oído.

- ¡¿Por qué has hecho eso?!- Le dijo en voz baja el de la cresta.

- ¿Enserio te creías que iba a permitir eso? Y poco es que no le he pegado.

- No hace falta que me defiendas, Gustabo. Me puedo cuidar solito, además dijo que fué sin querer.

- Primero que todo, no fué sin querer. Y segundo, si hace falta que te defienda, estás chiquito.- Le dijo el rubio con diversión.

⚡ʜᴇᴀᴠᴇɴ-ɪɴᴛᴇɴᴀʙᴏ/ᴊᴀᴄᴋꜱᴛᴀʙᴏ⚡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora