¡AVISO! Este capítulo puede ser sensible para algunas personas. Dicho esto, disfruten.
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El rubio se encontraba en el coche de un chaval que no sabía ni su nombre, junto con Volkov y Horacio.
Se dirigían a la fiesta que había en una de las "discotecas" que más bien era un pequeño pub del pueblo.
Cuando llegaron el rubio se bajó sin muchas ganas, de hecho le dijo repetidas veces a Horacio de volver al campamento. Pero él insistía en quedarse y que se fuera él, pero temía dejarle solo y más con gente que ni conocían.
Cuando entraron vieron a varias personas de su instituto, la mayoría de cursos mayores, bailando unos pegados con otros.
Antes de que pudiera decirle algo a Horacio este desapareció entre el montón de gente. Así que decidió irse a la barra a pedir una Cocacola. No pensaba beber esa noche y más en un sitio así.
Miró a su alrededor buscando inconscientemente al pelinegro, pero al no verle, decidió únicamente vigilar a Horacio.
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Se pasó un buen rato observando, o más bien controlando, a Horacio. Cuando sintió como alguien le ponía una mano en el hombro.
- ¿Quieres bailar conmigo?- Le dijo un hombre que le duplicaba en edad y apestaba a 40 botellas de alcohol desde kilómetros.
- No, lo siento, estoy con alguien.- Dijo el rubio ignorando el hecho de que el hombre se acercaba más y más aprisionándole contra la barra.
- Pues yo te veo solo. ¿Tienes novio?- Dijo aquel hombre acariciándole la cintura con una mirada devoradora.
El rubio se quedó estático ante el descaro de aquel hombre. Se quedó congelado sin saber que decir o hacer. Solo notaba como aquel hombre seguía insistiéndole, haciendo que deseara que se pasara aquel mal rato en cuanto antes.
- Está conmigo, gilipollas.- Escuchó la voz de Jack Conway más ronca de lo normal por culpa del alcohol.
Dicho esto el pelinegro cogió a aquel hombre por el cuello de su chaqueta y estrelló su cabeza contra la barra haciendo que cayera al suelo inconsciente casi al instante.
