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Yoongi sujetaba fuertemente la muñeca de Lia hasta el punto de hacer que ambos brazos temblaran, incluso que el anillo que siempre llevaba se quedara imprento en su antebrazo. La ira había nublado las ideas de la pelinegra y cuando fue consciente de lo que había estado a punto de hacer, entró en crisis. Su respiración se aceleró y se alejó de Misuk con los ojos abiertos y una mano en su pecho. Las llaves cayeron al suelo y ella también estuvo a punto de caer si no fuera porque unos brazos la rodearon pasándole una enorme cantidad de cariño al instante y acompañando su caída haciéndola totalmente inofensiva.

— ¡Mierda, estás loca!

— ¡No voy a seguir con esto! Más te vale borrar ese vídeo y mantener la boca cerrada lo que queda de curso.

— Prefiero morir antes que estar cerca vuestro. ¡Sois unos psicópatas!

La rubia apretó a correr con la cola entre las piernas dejando a Yoongi y Lia abrazados y tirados en el suelo —. Lo siento — dijo en un susurro ocultando su rostro en el cuello de la menor la cual se aferró a él como si la vida le fuera en ello.

Sus esqueléticos dedos se juntaron con una de las manos del azabache apretándola con fuerza intentando no llorar.

— ¿Por qué has hecho esto? — dijo ella con un hilo de voz.

— Te lo contaré todo, pero deja que te lleve a mi casa.

El azabache acarició su pálida mejilla lo que provocó que levantara la mirada y sus ojos se cruzaran. Yoongi juntó sus frentes y ambos cerraron los ojos antes de que la primera lágrima fuera derramada por Lia. Ella puso sus manos sobre las del azabache y su contacto le hizo sentar la cabeza. Nunca se habría imaginado llegar hasta el punto de querer dañar a una persona por amor. A veces, ella misma se daba miedo.

(...)

— Ponte cómoda. Si te preocupa que mi madre entre, no te preocupes, no está.

Ella asintió levemente con la mirada clavada en sus manos las cuales reposaban sobre su regazo, incapaz de ponerse cómoda como Yoongi pedía. Los recuerdos atizaban su mente con brusquedad y, ahora que estaba en sus cinco sentidos, se avergonzaba de sí misma. Yoongi notó su incomodidad y se acuclilló frente a ella buscando su mirada, encontrándola con éxito.

— ¿Estás así solo por esto o hay algo más? — dijo suavemente y la pelinegra se quedó sin palabras con la única opción de negar.

— Es... Mi hermano también lo está pasando mal y yo he intentado animarle, pero no ha servido de nada. Tengo miedo de que haga una locura por unos chicos que no valen la pena y... Yo estoy desquiciada.

— ¿Desquiciada? — preguntó él ladeando la cabeza.

— Llevo semanas sin comer por las desgracias que no dejan de pasarme — dijo con la voz quebrada —. Solo mírame.

Y era cierto, su color de piel era blanco, pero no un blanco bonito como el del azabache, sino que el suyo era enfermizo. Tenía grandes ojeras y sus pómulos resaltaban más de lo que deberían. Su pelo había perdido por completo su brillo y sedosidad por la falta de nutrientes. Yoongi la miró apenado y en cuanto llevó una mano a su rostro, ella se levantó rápidamente y comenzó a quitarse capas de ropa lo cual sorprendió al azabache. Se quitó la camisa y la lanzó al sofá.

El Último Suspiro [Yoongi - BTS] {FINALIZADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora