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Lia llegó en muy mal estado a su casa. Su hermano llegó a pensar que la perdía cuando se desmayó, pero en cuanto le puso un trapo húmedo en la frente y su temperatura comenzó a bajar, suspiró aliviado. Su tranquilidad duró poco pues sus padres llegaron y con el miedo de que pudieran hacerle algo a la chica, corrió a encerrarla en su habitación hasta la mañana siguiente.

Ni ella sabía dónde estaba en cuanto abrió los ojos. Eran las seis y tres cuartos de la mañana, su alarma estaba a punto de sonar y no tenía ganas de seguir durmiendo. Eso sí que era preocupante. Se incorporó en la cama y cruzó sus piernas mientras hacía memoria, logrando recordar a su hermano tendiéndole la supuesta encerrona en la cancha de básquet y el instante en el que comenzó a sentir presión en el pecho haciendo que ella misma se tocara por reflejo. Nunca le había pasado algo así. Y su corazón comenzó a acelerarse de nuevo al visualizar al azabache con sudor recorriendo su frente. Ella se asustó, pensando que le iba a pasar de nuevo hasta que su alarma sonó. Calmó sus latidos y apagó la alarma segundos después de que empezara a sonar. La puerta se abrió, y sin duda, supo al instante quién era.

— ¿Puedo pasar? — la chica no dijo nada y su hermano se dio vía libre para entrar y acercarse a ella a paso lento con la mirada gacha y las manos entrelazadas delante de su cuerpo —. ¿Cómo te encuentras? Quiero hacer las paces, no me gusta estar peleado contigo. Yo no sabía que iba a venir, los chicos lo trajeron sin decirme nada — el muchacho solo recibió una mirada neutra de la chica pues acababa de despertarse y no estaba en sus cinco sentidos —. Kitty...

— No me llames así — dijo al fin.

— Lia...

— No quiero discutir, Lucas. No estoy enfadada, ahora, pero quiero estar sola — dijo antes de levantarse y encaminarse hacia su baño, encerrándose en él sin protestas por parte de su hermano.

La chica se quedó congelada tras la puerta, escuchando los pasos de su hermano abandonar la habitación cerrando la puerta. Ella no quería estar así con su hermano, pero debía pensar y aclararse antes de abrir la boca y arrepentirse luego. Quería creer que las disputas con su hermano eran ocasionadas por el azabache pues el motivo principal de su pelea había sido él, pero cada vez se le hacía más difícil verlo con ojos juzgadores porque había algo en el chico que llamaba su atención.

(...)

— ¿No... desayunas aquí? Te he preparado tortitas...

— No tengo hambre, gracias — dijo atando sus cordones antes de colgarse la mochila.

— ¿No vamos juntos? — podía asegurar que a ambos les dolía la situación.

— Hoy no. Ya nos veremos allí, supongo — dijo para abandonar la casa.

(...)

— Tengo que conseguirme un trabajo ya.

Se dijo a sí misma al ver el martirio que le suponía ir a la universidad andando. El verano no había llegado todavía y ya hacía un calor mortal que le dio justo en el carné de conducir que no tenía. En cuanto visualizó el edificio que muchas veces había llegado a odiar, esbozó una sonrisa como si acabara de encontrar la última gota de agua en el desierto. Miró la hora en su móvil que daba las siete y media de la mañana, una hora demasiado temprana para que hubiera alguien en el patio de la universidad, o eso creía pues había tres siluetas ahí en medio, como si fueran inmunes al calor. Volvió a recordar la noche anterior y decidió que debía disculparse por la experiencia que les tuvo que hacer vivir.

— Chicos. ¿Cómo estáis? — preguntó al llegar junto a ellos.

—Nosotros bien, pero ¿tú? — habló el rubio.

El Último Suspiro [Yoongi - BTS] {FINALIZADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora