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Esa noche fue terrible, casi interminable. Terminó hecha un cuadro y no hubo manera de poder tapar esos golpes. Mierda, debería haberse levantado antes. Echó base como una loca una y otra vez, pero su poco conocimiento sobre el maquillaje no le dejaba hacer maravillas. Maldijo a su figura paterna, recordándolo gritar que no podía tener novio a lo que ella contestaba que no lo era. No la creyó y siguió desahogándose con su no hija. Fue Lucas el que la salvó exagerando más su estado y preocupando a ambos adultos por igual. La dejaron tirada en el suelo, manchado con sangre de su nariz y esa mañana... Ni siquiera necesitó el despertador para levantarse, no estaba cansada. Qué desastre, pensó al ver el enorme pegote de base bajo su ojo morado. Tuvo que pasar los siguientes ocho minutos peleándose con la puñetera base. Decidió dejarlo e ir a ver a Lucas. Sabía que lo más probable era que ya estuviera despierto y que solo estuviera moqueando mientras miraba al techo, pero se llevó una sorpresa al abrir la puerta y ver que dormía como un tronco así que no le molestó y volvió a su habitación para empezar de nuevo intentando no terminar como una Geisha.


Al final, se dio por vencida en cuanto el toro la pilló y dejó estar el bendito maquillaje. Se miró por última vez al espejo, concienciándose de que colaría y se fue llevándose la base con ella por si acaso. Tampoco le había dado tiempo a desayunar, y mentiría si dijera que no tenía hambre. Llegó a la calle como si hubiera corrido kilómetros y rezó para que su maquillaje no se hubiera corrido. Se subió al coche del mayor aparentando normalidad y saludando a todos.

— Buenos días, siento la demora.

— ¡Buenas! ¿¡Qué haces tan abrigada!? — exclamó Hoseok al reparar en la ropa de la menor y atrayendo la mirada de Jimin y la de Jin, si no hubiera estado conduciendo.

— Eh... pues... no sé... Las demás prendas están sucias — aplaudan a la mujer más ingeniosa y menos capaz de controlar su hambre, pues en un despiste, su estómago rugió.

Se cagó en todo su ser. Ese rugido se había escuchado claramente por todo el coche y los pares de ojos no tardaron en lloverle, pero la que más le incomodó, fue la de Jimin el cual se fijó demasiado en su rostro.

— ¿Tienes hambre?

— No.

— ¿Estás segura? — cuestionó el moreno a lo que ella asintió.

Maldita vida, asquerosa y mugrienta. Sentía su estómago querer rugir de nuevo y se apresuró a desviarles del tema lo que le hizo relajar el cuerpo. Grave error. Su estómago la timó, rugiendo más fuerte que antes e intentó creerse que nadie lo había escuchado delatándose por su cara. Nada, nada, nadie se ha dado cuenta quiso creer hasta que sintió un ligero peso sobre su regazo. El peli naranja le ofrecía su paquete de galletas todavía sin abrir lo que hizo confundir a la chica.

— Puedes comer las que quieras.

— De verdad, estoy bien — ella le tendió el paquete, pero él retrocedió.

— Por eso te ruge el estómago como si fueras un dinosaurio — lo dijo de broma, pero ella no pudo evitar apartar la mirada segura al cien por cien de que estaba roja.

Ya no se atrevió a mirarle a la cara y puede que sí quisiera comer algo, porque se moría de hambre y no podía resistirse a la pinta de esas galletas así que terminó abriendo el paquete y comiendo alguna que otra bajo la sonrisa victoriosa del peli naranja que rápidamente desapareció.

El Último Suspiro [Yoongi - BTS] {FINALIZADA}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora