Un año, un año había pasado desde aquel encuentro, todos estaban más grandes y ya era el inicio de las clases para todos.
Para Severus Snape era todo estar en Hogwarts, viniendo de un hogar donde su padre lo golpeaba, era su salvación y su máximo tesoro era la amistad que tenía con Lily Evans. Ambos eran muy amigos desde niños y a pesar de estar en diferentes casas, aún se veían.
—¿Vamos a Hogsmade?— preguntó la pelirroja a Snape mientras caminaban por un pasillo. —Hoy no tengo tarea y se me ocurrió ir para comprar algo.
—Claro, además, adelante mi tarea de pociones ya que es un milagro que San Potter y su grupo no me hayan molestado hoy.
Ambos chicos rieron mientras caminaban juntos, la Ravenclaw por otra parte caminaba otro pasillo leyendo un libro sobre criaturas mágicas cuando algunos de su casa se le acercaron.
—Hey Frost, ¿quieres ir a Hogsmade conmigo?— preguntó un chico de ojos ámbar a la rubia, más esta negó.
—No gracias, estoy leyendo y no he terminado mi tarea de pociones — respondió abrazando su libro.
—Vamos Lily, hace mucho que no salimos — añadió una chica de cabello negro con ojos azules.
—En serio, no puedo, pero gracias — sonrió nerviosa y se fue de allí, los demás la vieron raros.
—Siempre en sus libros.
—Si, es muy rara, pero nadie le quita que viene de una de las familias más ricas del mundo mágico — comentó el mismo chico de antes.
Por otro lado, Snape y Lily iban muy contentos a platicar en los terrenos de Hogwarts, allí era el único lugar tranquilo en donde podían platicar sin que Potter y su grupo apareciesen, o eso creía Snape.
La rubia también se dirigía allí para terminar de leer cuando vio como los merodeadores iban a buscar a los amigos, ya sospechaba que iban a hacer así que decidió ir tras ellos.
—Vaya vaya, Quejicus— se oyó del chico de lentes seguido de un pelinegro, otro castaño con varias cicatrices y uno un tanto gordito.
—Potter.
—Dejanos en paz James, no hay necesidad de hacer esto.— añadió la pelirroja al mencionado por Snape al ver como sacaba su varita.
—Oh vamos Evans, no entiendo como puedes juntarte con este orejas de burro— burló James con una sonrisa de oreja a oreja cuando su varita salió disparada hacia atrás. —Pero que...— se volteó para ver a sus amigos y vio como Sirius estaba puesto de cabeza en el aire, Remus estaba caminando hacia atrás como cangrejo y Peter daba vueltas rápido. —¡Oigan! ¿¡Qué les pasa?!
—¡Ni idea! ¡No somos nosotros!— gritó Black algo nervioso.
Atrás de ellos, sin que nadie supiera, estaba la ojiverde haciendo todo ese teatro, era divertido, y se podía ver como la sonrisa de lado de Snape sentía lo mismo. Evans se carcajeaba de la risa. —Tu lo hiciste Quejicus— amenazó Potter pero cuando quiso acercarse a este salió disparado hacia atrás.
—¡Já!.
Todos voltearon a ver en donde se había escuchado, la rubia tuvo que taparse su boca para no emitir ni un sonido más.
—¿Quién anda ahí?— preguntó James claramente enojado. Snape, al no oír respuesta, sacó su propia varita para ir a ver quien había sido, Lilyanne se tenía que ir de allí y cuando quiso, sintió una mano agarrarle la suya. Volteo a ver y era el pelinegro quien la miró serio, pero su semblante cambio a uno más relajado al reconocer aquellos ojos verdes.
Frost sonrió un poco y con su mano libre le indicó silencio, Snape suspiró un poco y asintió soltando su muñeca. —¡Hey!— ambos chicos voltearon a ver y era James que apuntó con su varita a la rubia.
—¡Experilliamus!— gritó Frost apuntando con la suya a James y salió de nuevo disparado hacia atrás. Snape de nuevo volteo a verla pero esta ya se había ido corriendo de allí y al irse todos volvieron a la normalidad.
Sin duda, era una chica misteriosa que, llamó bastante su atención.
A la mañana siguiente, tocaba pociones. Slytherin y Ravenclaw eran la primera clase, así que los chicos fueron al salón, primero entraron las serpientes y después los de Ravenclaw. Snape siempre se sentaba solo, pero, su mirada se dirigió a las águilas cuando entraron, esperaba ver a la chica que lo había ayudado con los merodeadores.
Frost entró y lo primero que vio fue al pelinegro, bajó su vista algo sonrojada y se fue a sentar con lo de su casa, Snape la vio por última vez y decidió mejor hablar con ella hasta después de la clase.
Después de ella, todos salieron, Lilyanne trató de ignorar al pelinegro y se dirigió hacia la biblioteca, típico de una Ravenclaw; pensó este para si. Snape al verla irse, decidió llamarla. —Oye.
Frost se detuvo y volteo a verlo nerviosa. —H-Hola...
—Tu eres la chica, que-
—Si, pero no digas nada— interrumpió la rubia seria. —Solamente quería ayudarte, es que, me molesta que fastidien a alguien que no les ha hecho nada, yo no apruebo eso y si puedo ayudar ¿porque no lo he de hacer?
Snape se quedó sin palabras, pero, un pequeño sonrojo lo delató y vio a otra parte que no fueran los ojos verdes de la rubia. —Pues, te quería dar las gracias, nos hiciste un favor a mi amiga y a mi— admitió rascándose la nuca.
—Bueno, me alegra ayudar— sonrió levemente pero era una sonrisa tierna. —Soy Lilyanne Frost, pero puedes decirme Anne, un placer.
El slytherin de nuevo la volteo a ver un tanto sorprendido, demasiada casualidad que se llamara casi como su amiga, sin duda era una, grata sorpresa. —Igualmente, soy Severus Snape.
—Severus, lindo nombre— admitió aún con su sonrisa. —¿Quieres acompañarme? Iba a la biblioteca.
Este volteo hacia atrás por si no veía a su amiga y después vio a la rubia. —Si, esta bien.
Ambos se dirigieron hacia la dichosa biblioteca mientras hablaban, no fue una mala presentación. Aún así, Frost no podía quitar la sonrisa que tenía en el rostro, le alegraba que todo hubiera salido bien, después de todo.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.