El sexto año pasó rápido, ahora todo era como siempre debió haber sido. Severus Snape tenía pareja, su amiga de Ravenclaw Lilyanne Frost. Ambos se relacionaron hasta que llego el verano, y aún así se enviaban cartas hasta que finalmente el séptimo año llegó, y con él, el regreso de Hogwarts.
Lilyanne se encontraba en un compartimiento con su amiga leona, Alya Rosé. —¿Puedes creerlo? Cuando me lo preguntó, no lo podía creer— dijo la ojiazul emocionada.
—Pues me alegro por ti— respondió Lilyanne.
—¡Gracias! No hay nada que no hiciera por él, lo amo— suspiró la leona enamorada y con un sonrojo, haciendo reír un poco a la rubia. —También ya tienes a alguien, ¿no?—preguntó con picardía.
—Eh, si así es— Frost sonrió sonrojada y rascándose la nuca. En eso, Regulus Black junto con Severus Snape pasaban por el pasillo.
—Te digo, es la indicada—murmuró el Black cuando vio el compartimiento de las dos chicas. Alya se sonrojó y saludó algo tímida, Regulus al verla le devolvió él mismo saludo.
—Pues, que bien— ahora se escuchó la voz de Snape, al ver a Regulus parado allí se acerco y vio también a la rubia. Lilyanne se sonrojó un poco y le sonrió, Snape sonrió de lado y se fue de ahí con el Black.
—Con que él es tu pareja— comentó Alya cruzada de brazos. —Hmmm, se me hace conocido...
—Sirius junto con Potter le decían Quejicus— respondió Lilyanne con una mueca.
—¡Ah! ¡Con razón! Si, ya me acordé.— respondió Alya también con una mueca. —Sirius me dijo, que, pues te besó.
—Si, lo hizo, y estoy enojada con él, aunque me pidió que lo perdonara— murmuró viendo el paisaje. —No, se, tengo que pensarlo.
El resto del camino se la paso entre risas y alguna que otra lágrima por eso. Al llegar todos se dirigieron al gran comedor y ya después a sus habitaciones. Frost era prefecta de su casa, por lo que tenía su propia habitación y al dirigirse allí se topó con el pelinegro.
—Hola Anne— dijo Snape al verla, esta se acercó y le dio un beso en su mejilla.
—Te extrañe, en serio— admitió con una sonrisa y Snape sonrió algo sonrojado acariciando su mejilla.
—Si, también yo.—Severus comenzó a caminar con ella. —Y dime, ¿que vas a hacer?.
—Bueno, tengo la tarde libre hasta la noche, iré a mi cuarto para descansar y leer un poco— admitió viendo a su pareja.
—¿Puedo acompañarte?—preguntó el chico viendo también a la rubia, esta sonrió y lo agarró del brazo. —Me encantaría.
Ambos se fueron y al llegar, la rubia dijo una contraseña para poder abrir la puerta. Al abrirse mostraba una habitación bastante decente, una cama por supuesto, un escritorio junto con una pequeña biblioteca y un par de ventanas. La decoración era totalmente azul con plata. —Nada mal.
—Gracias, me gusta mucho —la rubia cerró la puerta en cuanto estos entraron y se sentó en la cama, Snape no tardó en imitarla. Ambos se vieron y sonrieron algo apenados, hasta que la vista de Snape se dirigió a la mano izquierda de la rubia, en su 4 dedo, había un anillo de oro blanco con un adorno de copo de nieve.
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