CAPITULO 07

698 87 11
                                    

La Casa Blanca

Washington D.C

Valentine.

Washington D.C para mí es una ciudad aristocrática, no solo porque aquí se encuentre el presidente o la Casa Blanca, si no, porque la gente que viste de etiqueta piensa que sabe más de política y justicia que otras personas. Y quizá sea cierto, pero yo no soy cualquier persona.

Cojo mi móvil del bolso, que se encuentra sobre mi regazo mientras siento el auto moverse hacia el lugar en donde veré al presidente.

Le mando un mensaje a Kang avisándole que llegaré esta tarde a Los Ángeles y también que no olvide alimentar a Perséfone.

El conductor detiene el auto justo en frente de las rejas que dan entrada a nuestro destino, se escucha el pitido de los barrotes dándonos paso y el auto emprende su marcha de nuevo.

Veo el gran jardín que vislumbra los rosales, las plantas de cerezo, el césped bien podado, la fuente de agua en el centro perfectamente posicionado para ver la Casa Blanca, con unos rosales alrededor, le da esa vista relajante a todo aquel que transite por este espacio, el cielo veraniego le hace juego al paisaje que se reproduce aquí.

Me quito los lentes Ray-Ban que traigo puesto para admirar esta maravillosa vista que me regala la gran casa. Le pido al chófer que detenga el auto y enseguida salgo del vehículo caminando hacia el jardín, sintiendo el pasto sobre mis pies aún con los tacones puestos. Una vez en frente de ella, inhalo todo el aire que me es posible, llegan a mis fosas nasales ese olor a rosas recien regadas, no todos los días puedes hacer esto y mucho menos en la Casa Blanca.

Estoy así lo que parecen horas pero en realidad son minutos, a lo lejos escucho a una persona caminar en dirección a mi.

—A veces también vengo a buscar paz aquí— alguien habla posicionándose a mi lado.

—Es un bonito lugar—digo aún con los ojos cerrados, la cabeza ligeramente inclinada hacia atrás, sintiendo el sol abrasador tocando mi rostro.

—Puede venir cuando quiera—abro un ojo para ver al hombre que tengo a lado.

Las abro de golpe cuando veo al presidente, con un traje azul de dos piezas que se pegan perfectamente a su cuerpo y unos zapatos negros que hacen juego con su traje. Tiene el cabello perfectamente peinado de lado junto con un porte elegante y sofisticado.

—Gracias—murmuró apenada, no tenía idea de que estaba hablando con el presidente—señor, un gusto conocerlo-le ofrezco la mano.

Sonríe mientras la estrecha.

Me aclaro la garganta sintiendo la vergüenza pasar por mis mejillas, este hombre es tan imponente que me abruma en demasía.

—Pasemos a la oficina oval— hace un ademán para que lo siga.

Camino a su lado sintiendo la presión de tropezar en el intento, este hombre me hace sentir nerviosa. Tiene cuatro hombres trajeados cuidándole las espaldas, todos con un porte bestial, son altos, llenos de músculos, llevan puestos lentes oscuros y unos aparatos en la oreja derecha que informan los movimientos del gran jerarca.

Cuando llegamos a la entrada dos hombres igualmente trajeados intentan revisarme.

—No es necesario—habla el presidente con voz autoritaria.

El hombre asiente apenado, que bueno que no soy la única a la que le pasa eso.

Caminamos dentro y veo como el personal de limpieza se detiene cuando nos ve pasar a su lado, por respeto al presidente, pienso.

Mi Oscuro Pasado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora