Lágrimas De Guerra.

Cenizas de un incendio

-Que dices Frederick, la falta de analgésico te está haciendo perder la cabeza amigo- dice Dominique mostrando una amarga sonrisa al ser consciente de que cada palabra de su convaleciente amigo puede ser la última.

-Calla Dom, nunca había estado tan seguro de mis palabras- replica Frederick, un nuevo ataque de tos este más virulento hace acto de presencia con unas horribles flemas mezcladas con sangre, pero esta no es roja carmesí si no un rojo apagado como el de una rosa mustia que se despide de la vida.

Frederick cuando vuelve a ser capaz de hablar agarra una mano de su amigo y le dice.

- Te acuerdas de aquel sueño que me contaste sobre Alice, yo no tenía a nadie, la que fue mi prometida, Emilie, cayó enferma al poco de partir al frente y sin darme cuenta empecé a quererla también, cuando te hirieron comencé a mandarle correspondencias para informarle de tu estado.

-No tiene sentido que me digas esto ahora Frer...

-Calla Dom (una leve tos lo interrumpe) pero cuando ya en Francia los dos te veníamos a visitar me di cuenta que a quien siempre quise, la persona por la que creé un vínculo con Alice fuiste tú, siempre te quise a ti, fuiste mi hermano joder ni por mi propia sangre haría lo que hicimos el uno por el otro en ese infierno Dom.

Las lágrimas brotaban sin control alguno de los ojos de un completamente roto Frederick, su descompuesta cara indicaba que sus palabras salían de un corazón roto, instintivamente Dominique lo abrazo con delicadeza manchando con la sangre de su amigo su jersey beis

-Cuando Alice me dijo que no estabas y en recepción solo le dieron el pésame y un lo siento, yo no me rendí te busque hasta que mi estado empeoró, como mis esperanzas de verte de nuevo, pero me alegro de verte aunque sea una última vez.

La puerta de la habitación se abrió y entró Alice acompañada del Doctor Crayon que como cerdo que es no le apartaba la mirada de la parte trasera de la falda de tubo de Alice, para a continuación cerrarla dejando a los tres en la habitación sin mediar palabra. La cara de la joven estaba ensombrecida por sus pronunciadas ojeras, sus irritados ojos y agrietados labios.

Una expresión de sorpresa fue apreciada por Dominique al que el pulso se le aceleró.

-Dom?, no pensé encontrarte aquí- dijo Alice tratando de dulcificar su rostro.

-No, tenía que verle, tenía que veros- corrigió Dom mirando a los ojos con intensidad a la mujer a la que un día le escribió cartas siempre que podía.

Una lágrima bajó desde el ojo de Alice recorriendo su mejilla y su cuello perdiéndose en el escote de su camisa, Dominique fue incapaz de evitar seguir aquella gota durante todo el recorrido.

-Frederic, estás más pálido de lo normal- la preocupación de Alice se hacía notar

La mujer se situó al otro lado del paciente.

Frederic cerró los ojos y relajó la cabeza, su mano buscó la de Alice y la acarició con un par de dedos, abrió los ojos y susurró

-Emilie...

-Soy Alice cielo - colocó su mano libre en la frente de Frédéric que estaba hirviendo.

Un quejido salió de su garganta y el cuerpo de Frederick comenzaba a convulsionar, Dominique comenzó a hablarle suave y relajadamente ya que si algo recordaba de cuando estudiaba medicina es que nunca debes tratar de contener el movimiento de una persona que está sufriendo convulsiones, Alice imitó su acción.

Al cabo de un minuto Frederick consiguió calmarse y a pesar de su pálido color y su calavérica figura una sonrisa de satisfacción infantil se dibujó en su rostro.

-Al fin os puedo ver juntos, dejadme solo quiero descansar un poco- susurró Frederick para acto seguido cerrar los ojos.

Dominique y Alice salieron de la habitación y tras recorrer varios pasillos evitando a los pacientes que se encontraban hacinados llegaron a la salida sin mediar palabra.

-Bueno Dom querido gracias por venir a ver a Frer estoy seguro de que te lo agradecerá, bueno voy para mi casa que necesito estar sola- dijo Alice mientras le daba su helada mano a Dominique y una de sus piernas temblaba por los nervios.

-No Alice, lo menos que necesitas ahora mismo es estar sola, mira porque no subes a mi coche y vamos a tu casa cuando estés algo mejor me voy, pero lo siento pero soy incapaz de dejarte así.

-Pero y la mujer que te acompañó a la condecoración?

-Ella es la enfermera que me cuidó desde que me trasladaron, es una mujer madura y una amiga, al igual que tú.

La cara de Alice fue un poema.

-Como yo, claro...- la joven de pelo rubio trato de sonreir

-Lo siento, no quería decir eso, mejor me callo.

Alice sin decir nada más sube en el citroen tipo a de Dominique tratando de mantener la compostura aunque lo único que quería era llorar por el cúmulo de emociones tan dispares que llevaba estos días experimentando.

Mientras tanto en el hospital Mikaella encontró al Dr. Crayon que seguía fumando mientras le estaba suturando un corte en el gemelo a un paciente sentado en una butaca de la sala de espera.

-Dios por favor llévame ya contigo- gritaba el paciente que tenía una deformidad en el labio superior que no le permitía vocalizar bien.

-Cállate de una punta vez, joder, siempre llorando- le gritó a la cara el Dr. Crayon expulsando todo el humo de la última calada.

Tras la escena el paciente se retiró con la herida suturada, Mikaella se presentó y le preguntó por Dominique a lo que el doctor sólo le respondió.

-Ah el hombre de ojos verdes y jersey beis, sí me parece que habrá marchado con aquella mujer que visita diariamente al veterano de aquella habitación, una belleza... supongo que desde la ventana los podrás ver. Por cierto después cuando acabemos el turno tomamos un café?

Mikaella no respondió al Doctor y al acercarse a la ventana miró con desaprobación como Alice marchaba en el coche de Dominique, el coche en el que debía estar ella y sin darse cuenta se le escapó un casi inaudible

-Zorra.

-Perdona que has dicho Mikaella- preguntó Crayon pensando que era una respuesta a su proposición.

-Decía que si te gustaría ir a tomar un café conmigo querido- respondió con una sonrisa falsa y un aire coqueto.