Versalles, el palacio de las emociones.

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Dominique se dirigía hacia el orgulloso palacio de origines absolutistas, llevaba enfrente suya a una espectacular Mikaella que llevaba una delicada venda de lino rojo atada a la altura de sus almendrados ojos marrones.

-Cielo, solo un pasito más.
Dice Dominique con tono juguetón.

Rápidamente se sitúa enfrente de su acompañante consiguiendo que esta chocara con él. Instintivamente sonríe, esa sonrisa tierna que te dice, siempre te querré chliflado mío.

Dominique entonces le quita la venda mientras le dice:

-Hemos llegado.

Entonces ella ve aquellos ojos verdes brillosos que reflejan todos sus sentimientos. También se da cuenta como de su mano derecha saca un fino estuche de terciopelo, al verlo Mika se lleva las manos a la cara mientras dice:

-Estás loco.

A esto Dominique le responde.

-Si, estoy loco, te quiero Mikaella y espero no recuperar la cordura si eso implica dejar de sentir todo lo qie siento por ti.

Tras decirle esto, abrió el estuche y Mikaella pudo ver el collar de oro blanco con una pulida piedra de esmeralda culminando el collar familiar.

Tras entregárselo y colocarselo en el cuello a petición de su acompañante, esta le abrazo sollozando levemente mientras le decía.

-Vas a conseguir que me enamore de ti...

Dominique, se limita a devolverle el abrazo a Mikaella y darle un beso tierno en la sonrojada mejilla de la enfermera debido al cúmulo de emociones, a su vez le dice mientras la aparta y retira una lágrima con delicadeza.

-Yo sólo quiero que seas feliz, tú me has dado una segunda vida, estoy seguro que eres lo más parecido a un ángel que hay en esta tierra...

Después de estar acurrucados en un banco de madera en el majestuoso parque del palacio dotado de toda clase de árboles y de graciosillas ardillas que brincaban alegremente por las robustas ramas el campana del palacio comenzó a sonar indicando que en breves cerrarían las puertas, así que la joven enfermera retó a una carrera a Dominique hasta la salida del recinto.

Al día siguiente ambos se dirigieron directos al enorme palacio y esperaron a que sonara el redoble de tambores dando comienzo a la melodía de la marcha militar. Eso indicaba que la gala para premiar a los merecedores de las medallas empezaría en breves.

Una vez en la sala se podía ver al general que se le presentó en el hospital una semana antes orquestrando la gala y delante suya sentados en bancos de madera con la base acolchada con algún tipo de espuma estaban todos los futuros premiados acompañados de sus parejas, de entre todas destacaba Mikaella que llevaba un vestido blanco con un corsé del mismo color con bordados en verde acompañado del collar familiar que le regaló su pareja.

Después de agradecer la presencia de los presentes el general procedió a ir llamando a todos los premiados nombrando sus logros, méritos y la medalla que le sería entregada. Tras dos horas de gala llegó el momento de Dominique.

-Capitán Rousseau se le concede la Cruz de Guerra al prestar su sudor, sangre y dolor a la República de Francia al a coste de su sufrimiento apartar al Sargento Frédéric Laffua y a su regimento de la zona de impacto de una granada de metralla.

Tras las solemnes palabras del general, este colocó la medalla y al aplaudir, Dominique no recordaba demasiado de la guerra y tenía lagunas de su pasado, pero estaba convencido de poder recuperarlo.

Lágrimas De Guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora