Perdonar Es De Sabios

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Dominique se dispuso a retirarse de la sala en la que se seguían entregando las condecoraciones cuando una mujer de negro fue corriendo a su abrazo ante una sorprendida Mikaella que estaba a unos respetuosos dos pasos de distancia y un atónito Dom ante tan descarada muestra de afecto.

-No puede ser, no puede ser, Dom...inique...-

Las palabras de la joven vestida de negro se entrecortaban

-Perdone, le conozco- dijo Dom tratando de mantener las distancias pero sin pretender ser excesivamente descortés.

La mujer se apartó hasta que más de un metro de separación cabizbaja, movió su melena rubia y comenzó a frotar la punta de su cabello de manera nerviosa, Mikaella alcanzó a Dominique y rodeo su brazo llamando la atención de este.

-Disculpe le confundí con otra persona, esto es bochornoso- sentenció la desconocida aun con la cabeza gacha.

- Con quien si es que puedo preguntar, mucha buena gente participó en esta guerra-

- A un joven médico que prometió ser un loco que podría sacar sonrisas a una joven de un mundo de fantasias.

Dominique se soltó del brazo de Mikaella con suavidad y recortó distancias con la mujer, en otras circunstancias sería algo incómodo pero teniendo en cuenta su abrazo y que esas palabras le resultaron ciertamente familiares, era algo tolerable.

Cuando estaba a un paso de distancia Dominique dijo con una sonrisa llena de ternura para que solo la mujer oyera.

- Como el sombrerero loco y el gato de Chesire de la obra de Lewis Carroll.

La joven levantó la cabeza vislumbrando un rostro en el que destacaban los ojos rojos de quien llora en silencio.

-Sí justamente, él adoraba esas novelas - susurró mientras se secaba las lágrimas y forzaba una sonrisa.

Dominique pudo verla por primera vez a los ojos, su piel se heló, el corazón comenzó a latirle más rápido, y una chispa prendió en su interior, cuando la mujer se disponía girarse Dom le agarró la mano y le preguntó.

- Co...mo te lla...mas? - Las sílabas eran pesadas y parecían no querer salir de su boca.

-Robespiere

-A...lice?- Un nudo en la voz de Dom se soltó y junto a él unas lágrimas

La joven sonrió tímidamente para ser esta vez ella la abrazada.

Al verla Dominique se sintió minúsculo en aquella enorme sala. Estremecido por el colapso de emociones que sintió al ver a aquella mujer de impoluto negro.

Cuál era el motivo de vestirse de luto? - pensó para si.

Tal era el remolino de ideas que lo agobiaban en esos instantes que el general tuvo que repetir dos veces.

-Puede romper filas.

Parece ser que el evento había acabado.

Muchas cosas pasaban por la cabeza de Dominique que seguía abrazando a la mujer, pero una mano que rozó su cuello lo devolvió a la realidad.

-Quién es esta mujer Dom? - preguntó Mikaella

-Ella es Alice Robespierre - dijo con una sonrisa y mirada brillante por las lágrimas derramadas .

Una mirada inquisitorial salió de los ojos de Mikaella, su semblante alegre se volvió duro y sin mediar palabra agarró del brazo al capitán y lo sacó de la sala mientras que Alice parecía entender la razón.

-Mika, que pasa porque me has sacado de allí?

-Domi, esa mujer aunque haya sido tu esposa, llevaba meses sin verte y la tengo visto visitando a diario a un hombre dos plantas más abajo a primera y última hora- esas últimas palabras las pronunció con especial repulsión, para continuar diciendo.

-Quédate esta noche en mi casa, aclara las ideas y decide lo que quieras hacer con la mente fria-

Al llegar al piso lo acompañó hasta la habitación de invitados, la cual había utilizado las primeras semanas tras recibir el alta, la acarició la cara y susurró.

-A mí siempre me tendrás Domi.

Una expresión de relajación se vió dibujada en la cara del joven que apoyó su palma en la de la enfermera y dijo.

-Mika te apetece que te vaya a recoger al hospital?

Mikaella con una mueca de sarcasmo le responde.

-Claro, como no voy a querer verte...

Al día siguiente en cuanto Mikaella se dirigió al hospital, Dominique comenzó a pensar en lo que le dijo la tarde anterior, imaginó que aquel hombre podría tratarse de algún compañero, no recordaba muchos nombres pero esa noche comenzó a tener flashbacks y uno de los que se repetía era sobre un compañero llamado Frederick , un hermano en las trincheras y su mayor apoyo en la batalla, por lo que probaría suerte.
Cuando se dirigía al hospital preguntó al doctor Montserrat si sabía si estaba en ese hospital el Sargento Frédéric, este sabiendo lo ocurrido con su antiguo paciente, lo llevó instantáneamente a la habitación.

Al llegar se encontró a un Frédéric consciente pero con un color grisáceo la atmósfera de la habitación era pesada y el olor era cercano al del pus. Frédéric miró a Dominique y una leve sonrisa se adueñó de su cuerpo mientras con dificultad decía.

-Creo que debo estar muerto, pero, acércate amigo.

Lágrimas De Guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora