Viejas despedidas son nuevos saludos

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Una mezcla de horror, pena y dolor envolvió a Dominique, que apaciguando su alma, encontró el modo de volver firme su paso y fuerte su voz avanzando decidido junto a su compañero y principal apoyo en aquella carnicería ahora apodada por los intelectuales que la vivieron a través de las letales palabras del semanal local <<Gran Guerra>>.

En cuanto me situé a su altura realicé una sentadilla para poder verle a los ojos sin necesidad de tener que doblar el cuello, acto que le producía un punzante dolor en la zona cervical debido a sus lesiones durante dicha guerra.

Después de unos segundos de cómodo silencio en los que los militares se observaban con mutua compasión, Frederic le dice:
-Te veo bien compañero, ya fue la gala de condecoración?

-Yo también a ti Frer, si, fue un evento pulcro y totalmente formal, ya sabes, como los que yo detesto.

Al oír el <<Yo también >> de Dominique, Frederic se echó a reir provocando sin querer una horrible tos seca que no se retiró hasta saciarse con la sangre del compañero de Dominique, tras la lovecraftiana escena y viendo la cara de espanto del visitante, Frederic intenta disimular su propio temor diciendo.

-Cerdo mentiroso, como que yo también, no me ves, estoy como un pez fuera del agua.
Y por esto, dice señalando a la sábana tintada del rojo de su sangre mezclada con saliva , esto es normal. Como se come 5 veces al día o se duermen 7 horas diarias, yo también tengo que vomitar mis tripas a diario.

Dominique no queda muy convencido, pero sabiendo que su compañero no cederá en su esfuerzo de volver verosímil su versión decide aparcarla y centrarse en un tema diferente.

-Frer puedo preguntarte unas cuantas cosas, mi mente me está traicionando y hay cosas que no recuerdo?

-Claro amigo- una sonrisa cansada acompañaba la afirmación.

-Oye Frer sabes cómo sabía Alice cuando era la condecoración?

-Claro, supongo que tú no estarías aquí si no la hubieras visto.

-Disculpame, es que como te dije muchas cosas no las recuerdo, ni siquiera pude recordarla a ella al momento.

-Estoy muy feliz Dom, joder Dom, estás aquí, de verdad eres tú, o es que estoy delirando

-Claro Frer, porque no iba a estar aquí

-Dom, enserio no lo sabes?

-Explícate compañero, por favor.

-Haber, para eso tengo que remontarme hasta que volvimos de la guerra.

Así Frederic con dificultad entonó su tenue pero intenso monólogo con el fin de aclararle lo sucedido a Dominique.

-Después de que entraras en coma, Dom, ni Alice ni yo perdimos la esperanza de recuperarte y durante semanas, meses, estuvimos acudiendo todos los días al hospital, rezando por ti, contándote nuestras penas y alegrías diarias, lo mucho que te echábamos de menos, pero siempre en distintos turnos, ya que lo último que deseábamos era que la gente supusiera cosas erróneas- Frederic hace entonces una pausa para carraspear la garganta y acomodarse en la incómoda cama, casi grisácea por el uso- Pero después de seis meses y medio sin ninguna mejora comenzamos a hacer un único turno, pero ahora juntos, así durante varios meses más. El médico, maldito bastardo ignorante, sólo sabía repetir <<le queda una semana de vida>>, ese desgaste psicológico  sólo era aliviado en las amenas charlas en la casa de Alice, tu casa, y algo surgió, no amor, hermano, si no un fuerte vínculo de cariño producido por nuestra mutua soledad. La guerra volvió para mí, me volvieron a llamar a filas, ahora teníamos la oportunidad de acabarla el primer paso era tomar la línea Hindenburg. Apenas pude hablar con Alice pero cuando pude volver ella me dijo que no estabas, no sé qué pasó pero ambos pensamos que ya no estabas, ella parecía una simple carcasa.

Hermano, ella nunca te ha olvidado...-

Una tos más severa que la primera acabó prematuramente a Frederic que ahora blanquecino comenzaba a llorar lágrimas de sangre. Intimidado por la escena, Dominique corrió por los lugubres pasillos del  destartalado hospital tropezando a ambos lados de este con pobres desgraciados que no habían podido optar a las negruzcas camas, tras varios metros de apresurada carrera se encontró con un hombre alto, descuidado, con la bata que indicaba su profesión lleno de manchas, fumando sin ningún tipo de reparo, preocupación ni cuidado hacia sus pacientes.

-Doctor, tiene que acompañarme, es urgente.

-Hijo, acaso no te parezco ocupado?- responde el doctor con una sonrisa falsa en su rostro.

-Doctor, mi amigo está vomitando sangre, acaso no le parece importante?

-Ve a todos esos pacientes, pues han pasado por lo mismo o cosas peores que su <<amiguito>>.

-Más, buen doctor, le veo fumando tranquilo aquí, así que, ¡Maldito hipócrita de mierda me vas a acompañar a la habitación ahora mismo! -lo empujó a la pared, lo levantó por la solapa de la bata mirándolo con una furia asesina.

-Claro, vamos hijo, tu amigo necesita ayuda ya, hijo.

Entonces Dominique escucha la voz de Mikaella diciéndole:

-¿Que haces aquí Dom, no salgo hasta dentro de un par de horas?- a lo que Dominique responde.

-Ahora no puedo, vuelve a lo tuyo.

La megafonía comenzó a repetir Srta. Mikaella se le necesita en C2.

Lágrimas De Guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora