El Amor Vuelve A Lyon

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La luz que entra por la ventana me despierta suavemente, como a un bebé las caricias de su madre.
Alice aun estaba durmiendo acomodada en mi pecho, traté de levantarme, para adecentar me, pero al intentarlo noté la presión de sus uñas en mi costado, así que dediqué toda mi atención a observarla, como se observa un cuadro, como se observa la luna, como se observa a aquella diosa que un día me bendijo con su amor.

Aquel mismo día le dije que tendríamos que huir, decidimos ir a Argentina. Yo trabajaría como médico y ella como maestra, sería todo perfecto, como aquellas fantasías infantiles es las que nada podía salir mal.

Hacia las 8 la llevé a cenar al restaurante Amoureux. En mitad de la velada le manché su naricita con un poco de mousse de nata, este color contrastaba con los coloretes que pintaban su cara al notar el frío postre en su nariz.

-Pero que haces tontorrón- dice Alice con su gracia natural, acto seguido muestra una sonrisa adornada por sus blancos dientecillos.

-La verdad, ya no se que hacer para sacarte esa sonrisa que alegra al día mas oscuro- dice Dominique con su característica sonrisa a medio lado.

-Eres un ñoño- dice Alice provocando a Dominique.

Ese comentario hizo que el joven médico pusiera esa cara de, no sería tan ñoño si no te amara hasta reventar.
Al ver la cara de su pareja Alice termina la frase diciendo.
-Y es por eso que te quiero cada segundo más.

Una vez terminada la cena Dominique se acercó a Alice y le apartó el pelo que cubría su cuello y con dulzura le beso el cuello de su mujer empezando por la clavícula y terminando con un juguetón mordisquito en la oreja que hizo que Alice sintiera un escalofrío que recorrió todo su cuerpo.
Acto seguido Dominique le dijo a la joven Robespierre
-Nos vamos a casa...

Lágrimas De Guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora