1. El chico Nuevo

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JENNA

Me levanté a un cuarto para las siete de la mañana. Mi teléfono no paraba de sonar. Los mensajes de Gigi y Doris llegaban uno tras otro. La voz de mi madre se oía tras la puerta diciendo mi nombre.

—¡Ya voy! —dije mientras apretaba la almohada contra mi cara.

—Jenna, llegaremos tarde ¡Apresúrate! —Insistió mi madre tras la puerta golpeando una y otra vez.

Puse los ojos en blanco y me levanté de la cama, tomé el teléfono automáticamente y entro al baño. Mientras esperaba a que el agua de la regadera se calentara, me mantuve de pie leyendo los mensajes de las chicas:

Doris:

—¡Hey! Perezosa levántate, si no vienes te juro que te asesinaré :)

Gigi:

—Holis Jen, ¿Vienes hoy a clases?

Puse los ojos en blanco por segunda vez. No entendía porqué todos mis amigos tenían el afán de querer ir juntos el primer día ¡Cada estúpido año!

Respondí rápidamente a mis amigas y solté el teléfono a un lado de mi toalla, dejando que las gotas de agua despertarán mi cuerpo aún dormido.

—¡Jenna! Mamá dice que te apures. —advirtió Johnny, mi hermano menor.

Seguía sin entender porque el universo quería que acudiera a clases ¿Qué más da si iba o no el primer día? No me perdería de nada bueno y sin dudas podría asegurarlo. Pero debido a la constante insistencia de todo el mundo quizá sea "el destino" que intentaba llegar a mi vida con una sorpresa... En fin, ¡Sorpréndeme, universo!

El camino al instituto se me hizo corto. Cuando entramos al estacionamiento pude ver como miles de chicos y chicas uniformados entraban presuroso al edificio. Algunos se abrazanban, otros simplemente charlaban, mientras que otros eran fotografiados por sus padres. En otras palabras, un típico día en el instituto.

Me bajé del auto de mamá mientras ella se despedía desde adentro. Johnny me apresuraba a adentrarme a pesar de que no le gustaba que sus amiguitos de la primaria lo vieran entrar con su hermana mayor. Y a mí tampoco me gusta entrar con él al instituto.

Seguí caminando por la acera del estacionamiento tratando de divisar a alguno de mis amigos, cuando de repente vi aquella melena cobriza que conocía a la perfección. Era Doris, mi mejor amiga.

—¡Pero mira quién se ha dignado a aparecer! —dijo ella mientras me da un fuerte abrazo—. Vaya, pensé me dejarías sola ¿Acaso tenías la cama pegada al cuerpo o qué? — Se echó a reír.

Estaba radiante. ¿Cómo es posible verse tan fresca un lunes por la mañana? Llevaba el uniforme un poco arrugado, pero eso no le impedía verse bien.

—Digamos que algo parecido —contesté finalmente—. Pero mírate, estás radiante, además, me gusta el nuevo look.

—Gracias —dijo mostrando una gran sonrisa que hacía notar las pequeñas pecas que poseía en su rostro—. Oye, ¿Ya viste al chico nuevo? Paul me dijo que es vecino de ambos ¿Es cierto?

—¿Qué? —alcancé a decir confusa—, No sé de quién me hablas la verdad. —agregué desinteresada—. Qué yo sepa no he visto a nadie mudándose y Paul a mí no me ha dicho nada.

—Demonios Jenna, tú nunca sabes nada, desde lo del año pasado parece que se te fundió el cerebro. —atacó poniendo los ojos en blanco.

Le lancé una mirada asesina recordándole que ese es un tema prohibido.

A través de tu mirada.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora