2. La maleducada y el dulce chico nuevo

281 44 107
                                    

JENNA

Mi cabeza daba vueltas y sonaba una alerta dentro de mí que me decía que hablara, que hiciera algo, pero mi cuerpo estaba paralizado delante de ellos. El rostro de aquel chico era de pura incomodidad, lo que me hace pensar que escuchó cada terrible y grosera palabra que salió de mi boca en contra de su persona.

Los segundos pasaban inundando la escena en un silencio abrumador, hasta que en un disimulado intento de cortar la tensión, alguien por fin se digna en sacarme de mi miseria.

—Y ella es la adorable Jenna, que además, es nuestra vecina. —dijo Paul tan oportuno como siempre ¡Imbécil!

Cuando terminó de decirlo, el chico me miró y me dio una sonrisa forzada. Yo, por mi parte, seguía con los labios apretados avergonzada frente a los demás. Afortunadamente, Dan lo notó e intervino poniendo su brazo alrededor de mis hombros.

—¿Qué dicen si nos sentamos todos y nos conocemos mejor, les parece? —Paul y el chico Liam asintieron y yo sólo me limité a dar media vuelta y obedecer.

Mientras todo el mundo intentaba seguir como si nada hubiese pasado, yo seguía sin mirar a nadie. Mastiqué en silencio y me reproché mentalmente todo lo ocurrido, sin embargo, me percaté de la mirada de Liam clavada en mi perfil.

Me observaba con disimulo. Lo suficientemente discreto como para que los chicos no lo notaran, pero lo bastante intenso como para que yo pudiera verlo. Sentí como mis mejillas empezaban a arder al igual que mis ojos. Decidí apartar mi atención de la culpabilidad que estaba experimentando y centrarme en qué pasa en el círculo.

—¿Estás bien, amiga? —Doris me preguntó en un susurro casi inaudible.

Asentí sin girar mi cabeza.

—Quiero desaparecer. —le dije en voz muy baja.

Ella apretó mi mano con suavidad para reconfortarme. Miré a mi alrededor y todos reían y conversaban como si nada.

—Y cuéntanos, Liam ¿Qué tal ha sido el mes que llevas aquí en nuestra pequeña ciudad? —preguntó Natt haciendo que mi cerebro se conectara de nuevo.

—Pues ha sido muy bueno, tranquilo... Sin duda más que en la Capital. —el chico respondió algo tímido.

—¿Y tienes novia, hermanos o amigos? —soltó Doris.

—Tengo cuatro hermanos, en la anterior ciudad tenía algunos amigos... Y novia, no, por ahora no. —dijo cortésmente, a pesar de la invasiva pregunta de mi mejor amiga.

—Pues, quién sabe —contestó la pelirroja encogiéndose de hombros—. Tal vez encuentres una chica en la ciudad, conozco a varias muy lindas ¿Tengo razón, Jenna? —finalizó con un doble sentido que me hizo querer matarla allí mismo por impertinente.

Todos me miraron a la espera de que dijera algo, pero simplemente mi boca no era capaz de articular palabra alguna en ese momento.

Como por obra cósmica y para mi suerte, sonó la campana escolar anunciando la hora de volver a clases. Me levanto a la espera de que nadie sospechara lo incómoda que estaba e hicieran lo mismo que han hecho durante todo la charla: Fingir demencia.

—Bueno, supongo que es hora de irnos. —dije levantándome del círculo y jalando a Doris conmigo.

—Espera Jenna, que no es como si nos esperara algo importante allá. —se quejó haciéndome sentir cada vez exasperada por la situación.

—Ella tiene razón —intervino Liam en mi defensa—. Deberíamos irnos también Paul, tengo que ir al despacho del director, necesito que tu padre me diga cómo puedo inscribirme a las actividades extracurriculares. —dijo levantándose también, a lo que todos lo imitaron.

A través de tu mirada.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora