16. Mi culpa

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JENNA

Estaba en mi habitación tratando de procesar todo lo que había pasado. Mi teléfono no paraba de sonar avisando la llegada de innumerables notificaciones probablemente etiquetándome en ese infernal video. Doris y Paul estaban sentados en mi cama atentos a mi estado, sabían que estaba a un soplido de recaer.

—...No me importa lo que tengas que hacer, Adrian, pero dile a James que borre el maldito vídeo o te juro por Dios que no me vuelves a ver desnuda en tu vida. —Se quejó la pelirroja al teléfono. Estaba discutiendo con su novio para que hablara con el dueño de la cuenta de chismes del instituto y borrara el dichoso vídeo.

—A ver si entiendo —interrumpió Paul después de escucharme contar lo sucedido en la fiesta— ¿Casi mueres ahogada anoche?

Miré el piso de mi cuarto tratando de evitar llorar.

—Fue aterrador. Pero Liam no me dejó sola en ningún  momento y... Todo se complicó. Muchas personas comenzaron a hablar y a incomodarnos. Y ahora esto. —Sin poder evitarlo un sollozo escapó de mis labios.

—Hey... —Paul se acercó para abrazarme. —Esto no es tu culpa ¿de acuerdo? —Dijo para tratar de reconfortarme, sin embargo, mis sollozos se convirtieron en llanto imparable. Mi respiración entrecortada y mi corazón latiendo con fuerza por la cantidad de emociones mezcladas.

—¿Ahora como podré hablarle siquiera ? Todos estos rumores también los perjudican a él. Debe estar tan incómodo que no querrá ni verme. —Lloré con más fuerza. Me sentía impotente y pequeñita. Paul me estrechó más entre sus brazos.

—Liam es un buen amigo. Él lo entenderá, es sólo chisme de pasillo ambos saben que su amistad es sincera. —Mi mejor amigo trató de buscar mi mirada, no obstante, lo evité. Tampoco podía mirarle a él.

—Me siento tan humillada. Liam y yo no somos novios, pero esa maldita descripción —Las lágrimas brotaban sin piedad bajo mis ojos, no podía controlarlo—. Me llaman su novia... N-no sé cómo manejar esto. —Dije enterrando mi rostro en el pecho de Paul.

—No es tan malo, Jen. Todo saldrá bien. —El rubio trató de consolarme. La mirada de Doris cayó sobre mi por enésima vez mientras discutía por teléfono. Se veía tensa y preocupada al igual que Paul y todo por mi culpa.

En ese momento, mi madre entró en la habitación. Por instinto, me alejé rápidamente de Paul para limpiarme el rostro. Todos nos detuvimos para mirarle, parecía tensa y molesta. La saludamos tratando aparentar naturalidad, pero por lo visto ella notó rápidamente que algo no andaba bien. Quizás lo sabía desde mucho antes de entrar.

—Al fin despiertas —Dijo mirándome fijamente—. Creí que después de tu espectáculo de anoche seguirías durmiendo. —Me reprochó sin tapujos frente a mis amigos.

—Creí que trabajarías hoy. —Pregunté tratando de esquivar su hostilidad.

—Hoy es mi día libre y lo sabes —Respondió con dureza—. Ah, Doris, creí que te habías ido ya. Hablé con tu madre y estuvo de acuerdo en que deberías irte a tu casa temprano —Le dijo a mi mejor amiga con ese tono pasivo-agresivo que conocía a la perfección.

Doris, quien al igual que Paul se había mantenido en silencio, tragó grueso antes de contestarle de manera cortés:

—Lo siento, señora Varley. Estaba ayudando a Jenna con algo importante. —Dijo avergonzada bajo la mirada despectiva de mi madre.

—Sí... Tu siempre cuidando a mi Jenna. Pero ya no es necesario que sigas aquí, eres libre de irte—Mi madre lanzó otro comentario filoso hacia la pelirroja, quien se encogió en su lugar. —Oh, hola Paul, no te había visto, cariño.

A través de tu mirada.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora