Jung Min tenía tiempo libre, pues no podía practicar su deporte favorito: Molestar a Hyung Jun. Según él, la pequeña tortuga había venido al mundo para ser el instrumento de diversión perfecto.
Como su jefe no había llamado para ninguna misión o favor, optó por relajarse un poco. Primero fue de compras, un nuevo guardarropa no le vendía mal, después fue a un spa y aprovechó para hacer un cambio radical a su cabello. Tuvo el suficiente tiempo para limpiar, pintar y redecorar el departamento.
Desde el primer día que Hyung Jun pisó la cárcel pudo ir a rescatarlo, pero tenía la ferviente idea que dejarlo un tiempo ahí dentro, le haría bien. Pues Jung Min creía que unos días en la cárcel le forjarían un carácter a su amigo.
Faltaban dos horas para que se terminara la apuesta y la cárcel quedaba a hora y media de camino, Jung Min, estaba concentrado buscando que atuendo debía ser el más apropiado. Su celular sonó, era un mensaje de su jefe. Lo ignoró y siguió con su misión de elegir atuendo.
˞˞˞
Jung Min recorría el extenso pasillo a sus anchas, veía las rejas y cada una de las malolientes celdas. Por un leve momento sintió remordimiento de saber que su amigo había padecido en semejante lugar tan inmundo. Sí el fuera el preso, no hubiera tardado ni dos horas en idear un plan de escape.
—¡Alto ahí! —escuchó tras de sí y se volteó. Sonrió al descubrir a un policía apuntándole con un arma.
—Sí fuera tú, no haría eso. —advirtió con una dulce y sexy voz. El muchacho se acercó al policía, éste tembló ante la seguridad que emanaba Jung Min. —Es mejor que bajes el arma y te tapes los oídos, sí eres nuevo en eso de las explosiones te dolerán y tendrás un leve zumbido en los oídos por tres o cuatro días. —recomendó.
—¿De qué rayos hablas? —el policía no entendía lo que el lunático, que tenía frente a él, decía.
—Yo te lo advertí. —Jung Min levantó su mano derecha y chasqueó sus dedos, al instante se escuchó una explosión, que descolocó al policía por completo y casi logra que se hiciera en los pantalones.
—¡Auxilio, fuego! —se comenzó a escuchar y el policía salió corriendo.
—Mortales, nunca entenderé su miedo al fuego, sí es tan hermoso. — Siguió caminando hasta encontrar la celda de su amigo. —¿Me extrañaste, cariño? —le preguntó cuándo se topó con la mirada divertida de Hyung Jun.
—No lo dudes.
—Aléjate un poco, no querrás dañar tu bello rostro.
—De eso vivo. --bromeó y se apartó de los barrotes.
Jung Min colocó un artefacto y uno que otro cable sobre los barrotes. Espero un momento y bam, hubo una pequeña explosión acompañada de una nube de polvo. —Que mal, quien me lo vendió me prometió que saldrían chispitas verdes. —anunció un poco decepcionado y bajó su mirada apenado. Cada explosión que el provocaba, tenía un estilo único.
—¡Vámonos! —Hyung Jun lo jalaba para poder escapar. —Muero de hambre y el local de la señora Lee cierra en una hora. —anunció un poco fastidiado. Solía ingerir grandes cantidades de comida, pero en la cárcel sólo le proporcionaban lo equivalente a una. Hyung Jun apostaba que ya había perdido unos tres kilos.
—¡Comeremos mariscos, que emoción! —comentó Jung Min y junto a su amigo se encaminaron a la salida.
Cuando llegaron al auto del mayor, este le impidió la entrada a su amigo.
—Un momento. —miró su reloj. —Esto te encantará. —anunció y de repente un fuerte estallido se escuchó, dando paso a una colorida secuencia de fuegos artificiales. El cielo nocturno se pintaba de azul, verde, rojo y morado.
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Please don't go
Fanfiction¿Qué serias capaz de hacer por la persona que amas? ¿Alejarte de ella para asegurar su bienestar? O ¿mantenerla cerca de ti, aunque el mundo que te rodea solo represente violencia, abusos, sangre... muerte?