Capítulo 8: Estado civil: Casada.

287 17 0
                                    

Hyun Joong aguardaba sentado, su mirada estaba fija sobre la puerta principal de aquel local y sus manos estaban entumecidas por la presión que ejercía sobre el volante de su coche. Llevaba cuatro horas así, desde el momento que su celular sonó, obligándolo a salir del Café Shang; se había subido a su auto y encendido, pero algo en su interior no quería marcharse de aquel lugar, así que lo apagó de inmediato.

Esperaba por aquella chica, pero no sabía qué iba decir o hacer. De un momento a otro, todo en su universo estaba descontrolado, una mirada se había convertido en su única meta. Suspiró frustrado. Se sintió un imbécil al encender su coche e inmediatamente apagarlo, por décima u onceava vez, ya había perdido la cuenta. 

No entendía por qué de un momento a otro, actuaba de forma tan idiota y sin sentido. Tampoco entendía el repentino alboroto en su estómago, ni el sudor en sus manos. Se sentía extraño, nunca antes había experimentado sensación tan molesta, nunca sintió la necesidad de esperar por alguien o ansiar a ese alguien. 

Miró fijamente a la puerta, estaba perdido, no sabía su nombre y todo a su alrededor le era ajeno e irritante. Sólo estaba seguro de una cosa, debía tomar a aquella chica y encerrarla, lograr que sólo fuera de él, sin importar consecuencia alguna. Sacó su celular y marcó. 

—¿Dónde estás? —preguntó al instante que le contestaron el teléfono. —No me importa, necesito urgentemente que averigües a todas las personas que trabajan en el Café Shang. —ordenó y colgó, sin darle tiempo a la otra persona de contestar. 

Volvió a encender su coche, pero lo apagó al instante. Por quien esperaba salía. Eran cerca de las ocho de la noche y el cielo pintaba para una dura tormenta. 

Se bajó del coche, con la intención de encarar a la chica, a sabiendas que sus actos serías bruscos, burlescos o patéticos. Todo se vio frustrado en el momento que la chica se detuvo frente a un muchacho de cabello gris y lo abrazó. Hyun Joong no aguantó aquella escena, sacó su arma y apuntó. Su dedo estaba colocado con firmeza en el gatillo; sí ejercía una mínima presión, el arma se accionaba, disparando una bala directo a la cabeza de la chica, dotándola de una muerte inmediata y poco dolorosa. Sólo diez segundos bastarían para que ella dejara este mundo. 

Tenía todo planeado, le dispararía y correría a su encuentro en busca de su último aliento de vida. Ya lo había hecho infinidad de veces, ¿por qué no hacerlo ahora? ¿Por qué no matar a la persona desconocida, que lo hacía sentirse traicionado, solo y humillado? ¿Por qué esa chica debía seguir viviendo? ¿Por qué no ser él su verdugo? 

Apuntó y sonrió malévolamente. 

—Hasta nunca. —pronunció apenas en un susurro. 

—¿Estás loco? —escuchó una voz bastante conocida. —¿A quién piensas matar? —preguntó la chica y Hyun Joong bajó el arma, pero no respondió a ninguna de las preguntas de Nim. El muchacho optó por alejarse. 

Cuando se encaminó en dirección hacia su auto, chocó con el hombro de Nim, ignorando sus preguntas e intentos para que no se marchara. 

Nim volteó a ver hacia donde antes su jefe apuntaba, descubrió a una chica y un chico, platicando amenamente. 

¿Qué le habría hecho esa pareja a Hyun Joong para que deseara matarlos? Se preguntaba la chica, conocía al mayor y sabía a la perfección que él sólo apuntaba su arma, cuando deseaba arrebatarle la vida a alguien. Él no amenazaba o se defendía, el mataba por placer y sin piedad. 

—Nim, la tortuga inútil se quedó sin gasolina y debemos ir por él. —interrumpió Jung Min e hizo que la chica apartara la vista de aquella pareja. —No entiendo por qué compra un coche tan caro y se muestra tacaño al comprar combustible. Si Hyun Joong-hyung no le da dinero, él no se molesta por…—Jung Min calló, al darse cuenta que la muchacha no le prestaba atención. —¿A quién ves? —preguntó y volteó a ver, pero no supo a dónde dirigir su mirada, había tantas personas. —¿Estás buscando un hombre con quien engañar a nuestro cachetón? —preguntó para llamar su atención, pero lo único que obtuvo fue un zape. 

Please don't goDonde viven las historias. Descúbrelo ahora