Odiaba existir.
Odié hacerlo durante todo el día posterior a nuestra... ruptura con Alexander. Casi pude haberme reído. Ruptura. Como si en algún momento hubiéramos estado juntos. Amanecí con los ojos irritados, mis párpados hinchados, y enormes bolsas debajo de mis ojos.
Precioso.
Lo único bueno de aquel día, era que me tocaba almorzar con Summer. ¿Lo malo? Summer siempre arrastraba a Alex con ella. Caminé hasta el local donde almorzábamos la mayoría de los días, con un nudo en mi estómago y en mi garganta estorbándome durante todo el camino. No quería volver a verlo, muchísimo menos tener que compartir una mesa con él.
No tuve que hacerlo, gracias al cielo.
El corazón se me llenó de alivio cuando, al cruzar la puerta principal, no pude reconocer a ninguna cabeza castaña junto a la morena. Aunque sí había algo. Un bolso enorme.
—Hice algo —comentó, con una sonrisa, mientras me sentaba frente a ella.
— ¿Qué es?
Se mordió los labios como si hubiera cometido una travesura. Summer me hizo una pequeña seña con las manos, e introdujo ambas sobre su bolso, cubriéndolo con gran parte de su cuerpo. Mi sorpresa aumentó aún más al ver una pequeña cabeza peluda y ojos brillantes asomarse por la abertura.
Un perro.
Había tomado un perro.
—Estás bromeando —murmuré, aun sin salir de mi asombro.
Ella negó con la cabeza. Mantuve la vista en el cachorro, oscuro y sucio, que me observaba con las orejas caídas. Todo su pelaje estaba empapado y lleno de barro. También daba la impresión de que no le habían dado de comer en un buen tiempo, cosa que la morena cambió cuando, con disimulo, le acercó unos pedazos de pan.
No se suponía que se pudiera entrar con animales a Sweet Pepper.
—Míralo, ¿No es precioso?
Bueno, en algo tenía razón. Todo lo descuidado que estaba no le quitaba su encanto. Era tan bonito, que me entraban ganas de tomarlo y estrecharlo contra mi pecho.
— ¿Y qué se supone que harás? ¿Lo llevarás a la residencia? —cuestioné, ella asintió como una niña entusiasmada.
Cabía aclarar que en la residencia tampoco se permitían muchos animales. Los gatos y algunos roedores eran la excepción por lo sencillo que era cuidar de ellos. Los perros eran otra historia.
—Exacto —respondió orgullosa, mientras pasaba sus manos por el pelaje del canino, acariciándolo con adoración.
— ¿Y cómo se supone que hagas eso, cuando no están permitidos? Puedes meternos en problema a todos, si alguien se entera que planeas meterlo en la residencia. Además, ¿Cómo manejarás tus tiempos para cuidarlo? ¿Para pasearlo? Y, ¿Qué vamos a hacer si se come a Chester? Porque no voy a dejar que se coma a mi gato. Y, ¿No planeabas irte a Monroe durante el...?
Summer me alzó una ceja, para nada contenta con mi lluvia de preguntas.
—Aún no he tenido tiempo de ver a Cass, así que sugeriría que le dejaras el trabajo de ser una madre malhumorada a ella.
Suspiré.
Era cierto, aquella mañana estaba más amargada que de costumbre, a pesar de que todo lo que le había soltado era, bueno... verdad.
—Voy a arreglármelas para cuidar a Poseidón —continuó—. Y se llevará bien con Hades y con Chester, no tienes que preocuparte. No se quedará en la residencia durante mucho tiempo, solo hasta que termine el año, y cuando me vaya a Monroe, lo llevaré conmigo. Estoy segura de que a la abuela le alegrará.
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Destruyendo al chico ideal (CI #1)
Romance«Bienvenido a Date, you!; donde encontramos a la persona adecuada para ti». Harmony Johnson anhelaba ser la protagonista de una historia de amor con un chico perfecto. La nueva aplicación y página web que había causado revuelo por toda la universida...