Capítulo 34: La forma correcta

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Salir de la cama luego de la cita del sábado había sido... toda una odisea. Para mi suerte, había tenido el domingo en el medio para recargar energías. No obstante, el lunes había llegado, y con mi primera clase siendo a las primeras horas de la mañana, había tenido que ser la primera en salir de la residencia.

No sin antes arrojarme medio frasco de corrector en el cuello, claro.

Habiendo terminado mis dos primeras clases del día, me dirigí al baño a pasos apurados. Una vez dentro, dejé mis cosas en el suelo con rapidez, encerrándome en un cubículo. Sin embargo, la puerta del sanitario abriéndose con fuerza y unos sollozos resonando por todo el lugar me detuvieron de todo lo que estaba haciendo.

Eché la cabeza hacia atrás, ¿Tenía tiempo para ser altruista?

Rápidamente decidí que sí. Más cuando abrí la puerta del cubículo, y mis ojos se toparon con un reflejo rubio, y unos ojos verdes repletos de pintura negra, deseé haberme quedado en mi lugar. El agua corría por su rostro y se deslizaba por su cuello, empapando el cuello de su camiseta.

A Jenna no pareció importarle cuando me vio, mas la mirada de terror que la acompañó —a diferencia de aquella envenenada que solía darme— me descolocó. Bajé la vista a sus brazos, soltando un jadeo cuando noté las manchas amoratadas que descansaban en él.

Mi estómago cayó.

— ¿Qué es eso? —cuestioné, alarmada. Y es que eran horribles, alguien había tenido que sujetarla con muchísima fuerza para dejarle tales marcas.

Ella bajó sus mangas de inmediato.

— ¿Qué te importa?

Enseguida volvió a observarse en el espejo, pasando el agua por debajo de sus ojos, quitando el maquillaje acumulado en ellos. Sabía cómo funcionaba nuestra dinámica. Cuando me hablaba de esa forma, significaba que tenía que irme... solo que no tenía la fuerza necesaria. La imagen de sus brazos me había dejado tan asqueada como preocupada, y una idea se metió en mi cabeza, sin importar cuantas veces me repetí que no era posible.

Así que tuve que preguntar.

— ¿Fue...?

—Dios, no, Harmony —me interrumpió, intuyendo como acabaría la oración.

Me había llamado por mi nombre. Nunca hacía eso.

Tragué grueso y asentí con la cabeza, manteniéndome en silencio. La rubia se acomodó el cuello de la camiseta, y volvió a tirar de sus mangas casi de forma compulsiva.

Ella suspiró al ver que no me iba.

—Escucha, de verdad lamento todo lo que te hice. Era más que consiente de que James tenía novia cuando todo lo nuestro comenzó, y lo siento. Si pudiera volver atrás, cambiaría todo.

No pude ocultar la sorpresa que me causaron sus palabras, mucho menos cuando, anteriormente, solo se había dirigido hacia mí con insultos y comentarios agresivos.

—Pero no puedes hacerlo.

—Pero no puedo hacerlo. Así que todo lo que puedo hacer es reconocer mi error, disculparme, y seguir adelante. Entonces, lo siento, Harmony, lo hago de verdad. No necesito que seas amable conmigo por lástima, así que puedes irte y hacer como si no hubieras visto nada.

No podía hacer eso. Volví a dirigir la mirada a sus brazos, ahora cubiertos por una camiseta que se ajustaba a su cuerpo a la perfección. Durante tanto tiempo lo único que quise fue verla destruida y ahora... ahora no me provocaba ninguna satisfacción.

Destruyendo al chico ideal (CI #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora