Capítulo 7: Bailes para levantar el ánimo

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Lamentablemente, decidí aceptar la invitación de James —o más bien no rechazarla—, y cambiar mis planes con Jacob. No me sentí bien al hacerlo, como si estuviera traicionando a alguien; pero él lo comprendió sin ningún problema, y decidimos que saldríamos más adelante.

Intenté mantener todo el asunto en secreto, pero Summer se enteró cuando tomó mi teléfono para llamar al suyo e intentar encontrarlo en el desastre que era su habitación... Y luego halló las llamadas y mensajes con James. Lo que significó que Alexander se enterara también, porque si había algo que la morena desconocía era un tono de voz bajo.

Logré convencerla para que no le dijera nada a Bastian y Cass —especialmente a Cass— y juré solemnemente que sabía lo que estaba haciendo. Mentira, no sabía nada.

Y lo podía comprobar en ese preciso momento.

Mantuve la vista fija en la pantalla de mi celular, releyendo una y otra vez esas dieciséis palabras como si pudiera cambiarlas.


James: No voy a poder llevarte a la fiesta, surgió una emergencia y... lo siento. De verdad.


«Las personas que engañan nunca cambian».

Siquiera podía fingir sorpresa.

Solté un bufido, recostando mi cabeza contra la pared de mi habitación, mientras mantenía mis talones hundidos en el colchón de mi cama. Era sábado por la tarde, y había pasado horas arreglándome para salir con James, solo para que él me cancelara con un mensaje de último minuto.

Y que era mentira.

Lo conocía más de lo que me gustaba, y sabía —demasiado bien— que no había surgido nada. Él siempre utilizaba los mismos pretextos cuando se sentía acorralado, y huía, se escapaba de mí para correr a los brazos de cualquier otra persona. Rara vez cambiaba sus excusas, casi como si quisiera alejarme a propósito.

Y yo merecía más que eso.

Las lágrimas se deslizaron por mis mejillas sin quererlo, quemando la piel a su alrededor. Hundí mi rostro en el hueco entre mis rodillas y para cuando quise darme cuando, estaba llorando. Necesitaba aprender a escuchar los consejos de los demás, especialmente ese que decía «No tropieces dos veces con la misma piedra», porque iba a acabar destruida.

Mordí mi labio con fuerza, conteniendo los sollozos que se escapaban de forma involuntaria. La idea de que Summer pudiera oírme me aterraba, no quería que supiera que me había vuelto a desilusionar.

Y yo había vuelto a caer.

Mi pecho apretó mientras descargaba todo mi enojo y desilusión en una habitación casi oscura. Limpié el maquillaje corrido debajo de mis párpados, pero eso solo empeoró la situación. Soltando un suspiro, me dejé caer contra la cama y enterré la cara en la almohada.

Pero alguien dio dos golpes a la puerta.

Todo a mi alrededor se detuvo, incluso sentí que mi corazón lo hizo. Tragando grueso, hice todo lo posible para callar mi llanto y limpiar mi rostro a la velocidad de la luz.

— ¿Harmony? —insistió la voz del otro lado.

Eso era el colmo. Que Summer se enterara de lo que había ocurrido era una cosa, pero que lo hiciera él y que metiera su nariz en mis asuntos como si lo quisiera allí era otra totalmente diferente. Y mucho peor.

— ¿Qué?

Sí, ya sé lo que estarán pensando. Que soy una maleducada y que debería darme vergüenza contestarle en un tono tan borde a alguien que no solo me estaba ofreciendo su ayuda, sino que me había tratado con toda la amabilidad del mundo. Y yo, muy amablemente, les contestaré que se metan sus pensamientos por donde quieran, pero que los mantengan lejos de mí; porque ya era lo suficientemente difícil intentar sonar alegre cuando no lo estaba, peor era intentar hacerlo mientras retenía los sollozos en mi garganta.

Destruyendo al chico ideal (CI #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora