Capítulo 8: Un clavo no siempre saca otro clavo

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El lunes no fue el mejor de los días, quizá porque me pasé todo el fin de semana lloriqueando en silencio y lo último que quería era tener que enfrentar la realidad. Y con realidad me refería a que no quería tener que volver a cruzarme con James. Cada vez que nos veíamos de forma involuntaria mi corazón se resquebrajaba un poco más.

Lo odiaba.

Sin embargo, logré pasar las tres clases del día, y para cuando llegó el almuerzo, me sentí un poco más liviana. Aquel día mis horarios coincidían con los de Summer y Cass, así que decidimos almorzar en Sweet Peppper, como siempre.

— ¿Dónde está Bastian? —indagué, una vez que tomamos asiento. La pelinegra se encogió de hombros

—No lo sé, no asistió a ninguna de las clases que compartimos.

Suspiré. A veces hacía eso. Se perdía y siquiera nos daba señales de vida; pero llegaba un punto en el que me acostumbraba. Eso no significaba que me afectara menos.

— ¿Qué es eso? ¿Por qué luce tan asqueroso?

Cass bajó la mirada hacia su almuerzo.

—Ensalada.

Había que admitir que Summer sí tenía un poco de razón. El almuerzo de la pelinegra parecía cualquier cosa menos apetitoso.

—Nadie apoya más que yo el veganismo y todo eso —continuó—, ¿Pero podrías comer algo que no luciera como si acabara de ser vomitado? Sé por todas las recetas que veo en Instagram que sí existen comidas veganas buenas.

—No hay nada más que sea vegano en este lugar.

—Podías pedirte una ensalada César y pedir que le quitaran el pollo.

Cassie se encogió de hombros.

—Tampoco puedo comer queso. Ni salsa césar.

—No sé cómo sobrevives sin queso.

—Pues sobrevivo, ya verás que lo hago bien.

—Me volvería loca si tuviera que dejar de comer queso.

—Menos mal no eres intolerante a la lactosa.

Se me escapó una risita mientras me acomodaba para comer mi sándwich. Mis mejores amigas eran como un espectáculo en vivo. Rara vez compartían alguna opinión y casi siempre acababan discutiendo por ello. Y más sorprende era aún que continuaran siendo amigas luego de cuatro años.

— ¿Qué? —indagó Cass, apuñalando su ensalada con el pequeño tenedor descartable— ¿Estás de buen humor?

Nada más lejos de la verdad, pero no fui yo quien respondió.

—Mmm, seguro que por Alex.

La pelinegra se giró hacia mí con el ceño fruncido.

— ¿Por Alex? —Repitió— ¿No era que te irritaba?

—Pues no lo pareció el viernes por la noche

Iba a matar a Summer.

— ¿Qué pasó el viernes por la noche?

—Llegué a la residencia, y me los encontré muy juntos.

— ¿Eso es cierto?

Solté un suspiro, pasando mis manos sobre mi rostro. No era mentira... no del todo. Sí que habíamos estado bastante juntos antes de que la morena volviera a la residencia, y no podía negar que las cosas habían estado tensas por un momento, pero nada de lo que pasaba por su alborotada cabeza iba a ocurrir. Alexander solo era demasiado amable para su propio bien, y yo estaba triste. Nada más.

Destruyendo al chico ideal (CI #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora