Capítulo 28: Cenas interrumpidas

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Agité mis manos un par de veces antes de volver a crujir mis nudillos. Me escrudiñé en el espejo, barriendo cada parte de mi anatomía y mi atuendo. No traía nada que destacara demasiado, solo unos vaqueros negros holgados y un jersey bordó sobre ellos. Traía el cabello suelto y apenas maquillaje en el rostro. Summer, detrás de mí, se arreglaba el vestido floreado que se había colocado. Siendo ella misma, no se le notaba ni una pizca de nervios. En realidad estaba entusiasmada.

—Deja de preocuparte —me advirtió, observándome a través del espejo—. Van a amarte.

—No sabes eso —repliqué.

—Claro que sí. Yo lo sé todo.

—A ti sí que van a amarte.

Se sonrió a sí misma.

—Bueno, a mí me adora todo el mundo.

Suspiré, volviendo mi atención a mí. Teníamos media hora para terminar de prepararnos y dirigirnos al metro. Y, en total, deberíamos estar en el restaurante alrededor de las siete. Alexander había recogido a su familia en el aeropuerto temprano, y los había acompañado hasta el hotel en el que se quedarían el fin de semana.

Iban a cenar aquella noche, y nos habían invitado a Summer y a mí porque querían conocernos. Mis nervios no habían desaparecido desde que me había enterado de aquello. No era buena con las primeras impresiones. No era la persona más amable del mundo, muchísimo menos con desconocidos y la simple idea de que su familia pudiera odiarme me ponía los pelos de punta. Como si fuera poco, el hecho de que sus dos padres formaran parte de mis actores favoritos no ponía las cosas fáciles.

Volvía a crujirme los nudillos.

— ¿Cuántos años dijo que tenía su hermanita? —interrogué.

—Cinco. También dijo que si querías ganarte su corazón, tenías que hacerle un cumplido.

«Hacerle un cumplido», anoté en mi cabeza, como si fuera una lista de tareas.

La morena frunció el ceño cuando se giró en mi dirección.

—Estás temblando —comentó, mientras se acercaba para sostenerme de las manos.

—Es que... no soy buena con estas cosas, ya lo sabes.

— ¿Con qué cosas?

—Con las presentaciones. Jamás lo he hecho antes. Los padres de James están muertos, a los de Bastian les rompí un jarrón, y acabé insultando el tapizado de sus paredes... sin querer.

—Te adoraron igual.

—Y la madre de Cass... —suspiré—. No me hagas comenzar con la madre de Cass.

—Ella nos odia a todos, Har.

—Da igual —insistí—, a mí me odia más.

—Es mentira. Creo que odia más a Bastian. Además... mis padres te quieren. ¿Ves? Y jamás les causaste una mala impresión ni nada parecido.

—Tus padres son la excepción.

—Har, basta. Lo harás genial. Son personas comunes y corrientes...

—Son actores famosos.

Se mordió el labio inferior. La conocía bien, sabía que lo hacía porque necesitaba hacer una pausa para pensar. Y no meter la pata.

—No son tan famosos...

— ¡Les pediste su autógrafo!

—Bueno, sí, son... bastante reconocidos. ¿Y qué? No te preocupes, le agradarás igual. Y sino... ya les hablaré yo bien de ti, ¿Sí?

Destruyendo al chico ideal (CI #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora