Capítulo 30: Reglas rotas

1.7K 188 242
                                    


Intentando que mis manos no temblaran, finalicé por colocarme el labial color vino sobre los labios. Me alejé un par de pasos para repasarme frente al espejo, sonriendo frente a la imagen que este reflejaba.

Summer me había prestado otro de sus vestidos, que me quedaban como todo lo que pertenecía a ella. Suelto y corto. Aunque de todas formas me encantaba como se me veía. Era negro, de tirantes y con un estampado de fresas que odié en un principio, mas al que había llegado a acostumbrarme. Lástima que nadie sería capaz de verlo, porque tendría mi campera de abrigo encima a todo momento para no congelarme.

Me acomodé el cabello por décima vez en el día.

Sabía que si continuaba parada frente al espejo no tardaría en encontrar algo que no me gustara, por lo que caminé directo a mi celular, solo para encontrarme con más mensajes de mis mejores amigas.

Cass: Relájate. Ya sabemos que estás oxidada en esto de las citas pero no es como si no se hubieran BESADO Y MANOSEADO ANTES.

Pequeño diablo: Eso. Y vuelve a manosearlo si puedes. Quiero los detalles sucios 7u7.

Cass: ¿Quieres dejar de usar esas caritas?

Pequeño diablo: 7u7

Pequeño diablo: 7u7

Pequeño diablo: 7u7

Suspiré.

Estaba a punto de responder que no iba a contarles nada, cuando oí dos golpes en la puerta de mi habitación.

Me congelé.

No era Summer, eso lo sabía, porque nos había abandonado a las seis para ir al hospital, y de haber estado en la residencia, estaría en mi habitación, no enviándome mensajes. Así que tenía que ser Alex. Me repasé otra vez frente al espejo antes de abrir la puerta del dormitorio. La imagen del castaño, más arreglado que de costumbre y con una de las camisas de Bastian apareció frente a mí.

—Sé que acordamos en que serías quien pasaría por mí —comenzó—, pero teniendo en cuenta que estás tardando una eternidad, decidí tomar las riendas en el asunto.

Tragué grueso.

—Yo... ah... —balbuce—. Sí. Solo dame un segundo.

—Todos los que necesites.

Y recostó su cabeza junto a su hombro contra el marco de la puerta, dedicándome una sonrisa. Tuve que obligarme a parpadear y concentrarme en tomar mis cosas. Tomé mi bolso y mi celular, que se encontraban encima de la cama. No iba a necesitar mucho más. Admitía no haber sido muy creativa para aquella cita, no había tenido ni idea sobre a donde llevarlo.

—Lista —murmuré, girándome hacia él.

— ¿A dónde vas a llevarme?

Alexander se hizo hacia atrás para caminar detrás de mí en cuanto comencé a avanzar por el pasillo.

Tomé mi abrigo y me coloqué encima. Ni bien su mirada se dirigió a los botones, comencé a abrocharlos uno por uno. Otra vez, no podía permitirme que hiciera esa cosa de abotonarlo él, porque entonces iba a olvidarme por completo de la cita. Muchísimo menos si se veía así de bien, con el cabello despeinado y la camisa azul arremangada sobre sus antebrazos.

—Iremos al cine —murmuré, mientras abría la puerta de la residencia.

Comencé a bajar por las escaleras, con Alex pisándome los talones.

— ¿Vas a hacerme ver una película de terror para que puedas abrazarme y pasar tu brazo por detrás de mis hombros mientras finges bostezar?

Sonreí con pena.

Destruyendo al chico ideal (CI #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora