Capitulo 1 "Nahir"

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— Jazmín — me llama una vez más la señorita Julia.

La ignoró mirando la ventana de su oficina. La cual no tiene la estupenda vista que yo desde mi habitación, pero de igual forma todo es mejor que explicar una vez más el porqué estoy allí.

— ¿Quieres decirme porque te hicieron eso? — insiste, pero no le responderé. ¿Para que?. Ella conoce bien el porque — Sabes que no puedo ayudarte si no estás dispuesta a dialogar.

Mi mirada se aburre del gris cielo de afuera para volver a introducirse en la habitación. La amplia biblioteca de madera que siempre está tan ordenada brilla frente a mí. Nunca comprendo porque jamás hay polvo en ella. Tampoco recuerdo algún día ver a la directora o la señorita Julia pasarle siquiera un trapo a ese viejo librero de madera tallada con un elegante diseño y puertas vidriadas.

— Cree usted que me pueda prestar uno de esos libros por favor — pido amablemente.

La señorita Julia me mira tan frustrada que se lleva las manos al rostro donde logró ver las negras ojeras bajo sus atrapantes ojos verdes. Es como si no hubiese dormido en semanas. 

— ¿No crees que la lectura sea la culpable de tu excesiva imaginación? — pregunta ella suspirando al final.

Y entiendo que no solo se la ve, también se la escucha cansada, pero yo solo finjo una cara de duda ante su extraña pregunta.

— No — respondo al fin — ¿Va a prestarme los libros?. Creo que voy a aburrirme mucho en cama durante estos días de reposo que me quedan — amenazó.

— Sólo si prometes cuidar muy bien esas heridas.

— Delo por hecho señorita Julia — enfatizó llamándola por su nombre.

— Bien y... ¿También puedes procurar no meterte en más peleas? — pregunta poniéndose de pie y buscando un libro.

— Lo prometo — digo sin ánimos sólo con ansias de tener ese libro en mis manos. Aquella pequeña arma que más amo en todo el mundo y la única con la capacidad de alejarme de la pesadilla llamada por algunos: vida.

Minutos después de los cordiales saludos y más peticiones por parte de la señorita Julia me dirijo a la enfermería en donde la hermana Teresa me espera para darme una apestosa pomada para las heridas de mi cara.

— Otra pelea eh Jazmín — me interroga — Hace segundos atrás acaba de salir una compañera suya con sólo un rasguño.

— La violencia no es mi fuerte — aviso ignorando mi triste reflejo de la vidriaba gaveta de fármacos y dirigiendo mi vista a mis pies que cuelgan de la camilla lejos del suelo por mi baja estatura. Más tarde tendré tiempo de ver el desastre en el que se a convertido mi rostro esta vez.

— La violencia no debería ser el fuerte de nadie, pero a mi me gusta ver a mis chicas y chicos sanos de los pies a la cabeza así que gracias — dice ella con una fingida sonrisa — Trata de sonreír hermosa — me alienta — El corazón alegre hermosea el rostro — recita apenas acariciando mi mejilla — A ningún padre le gustaría adoptar a una niña con esa cara. Al contrario, cabeza en alto, ojos abiertos, sonrisas...

— Falsas — murmuró por lo bajo.

— ¿Como? — pregunta.

— Que lo intentaré con gusto pero de verdad me urge regresar a mi cuarto — pido saltando de la camilla y tomando la bolsa marrón de medicinas.

— Puedes hacerlo, pero recuerda tomar todas tus píldoras y las cremas...

— Si si... — murmuró saliendo por la puerta con rapidez.

Nadie te escucharáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora