Todos comenzamos a retirar todo de la proyección, no era muy tarde pero Catalina y Vanessa tenían clases temprano. Leandro y Víctor se fueron primero después de limpiar; le siguieron los gemelos y Dalila. Catalina se quedó a esperar conmigo que llegaran por Vanessa.
-¿Quieren mañana ir por algo a la cafetería? No se me ocurre que comer en nuestras horas libres juntas –dijo Vanessa.
-Suena bien, ya que tengo un premio que reclamar –respondí.
-Mientras no tenga que caminar tanto, me apunto –agrego Catalina con pereza.
-Mañana le diré a Dalila, para vernos todas en las escaleras –dije.
Un sonido de claxon llamo nuestra atención, era el papa de Vanessa. Bajo la ventana del copiloto.
-Buenas noches chicas.
-Buenas noches –respondimos las tres.
-¿Te llevamos, Cata? –dijo el papa de Vanessa con voz rasposa.
-¿Pueden? No quiero que se desvíen del camino.
-Súbete, no te preocupes –dijo Vanessa jalándola de un brazo para subirla.
-Nos vemos mañana –dijo Catalina.
El auto arranco velozmente, dejando la vista de sus luces traseras.
Regrese al jardín para cerrar las puertas de madera, los chicos habían salido, y solo estaba uno de los coches. Tenía la casa sola.
Entre por la puerta trasera, poniéndole seguro a la chapa. Me quite los zapatos tomándolos con la mano derecha, tomando camino a mi habitación. Entre dejándolos cercas del armario, me tire a la cama boca arriba, me distraje contando las estrellas pintadas en el techo; eran color plata, cercas de la ventana, había una luna escondida entre las nubes.
Mi padre había pintado eso después de que mi madre nos abandonó, decía que las pegatinas de estrellas fluorescentes eran para gente común. Así que me pinto las estrellas y la luna para tener mi "cielo estrellado".
Rodee para abrir uno de los buros que tenía las pijamas, tomando una de verano de satín de un color azul bajo. Me desvestí con cuidado, dejando la ropa en el armario antes de vestir el pijama. Solté mi cabello, ya que desde temprano estaba recogido en una trenza muy apretada. Mi cabeza se relajó después de quitar el peinado. Salí de mi habitación para dirigirme al baño, era día de mascarillas.
Me puse la bandita roja de moño en la cabeza para facilitarme todo, lave mi cara con jabón de arroz antes de aplicarme la mascarilla de arcilla roja. Regrese a mi dormitorio por mi celular, tenía mucho tiempo que no lo usaba. Abrí mi mochila para tomar el teléfono; al desbloquearlo me lleve una sorpresa, tenía muchos mensajes de Matías. Varios tenían la pregunta "¿Dónde estás?", otros que le bajara al alcohol. Incluso un video de mi bailando sobre una mesa gritando: "soy la reina del infierno, perras" con rock de fondo; el video termina cuando caigo de espaldas y Demian me atrapa en sus brazos.
-¿Qué rayos hice después de hablar con él?
Tome el cargador junto con una cobija delgada antes de salir. Distrayéndome en instagram con las historias destacadas de Dalila sobre la fiesta, camine en dirección al sofá.
-¿Te pusiste lodo en la cara?
Brinque de sorpresa. Era Demian.
-¿Qué rayos haces aquí?
-Veo "F.R.I.E.N.D.S".
-No me refiero a que haces aquí en la sala, sino en mi casa.
-Ah, me quedare a dormir una semana.
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ESTACIONES
Teen FictionAl ser la menor de cuatro hermanos, y sufrir por un corazón roto, la vida de Perséfone cambió. Formó una fortaleza en la cual no se permitía volver a caer en los enredos del amor, pero en su cumpleaños veinte, comenzo a desvanecerse la barrera. Un p...