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-Esta porquería no me queda, ¿alguien me ayuda? –chillo Vanessa.

-Sigue comiendo comida rápida y pasaras a talla 7 –dijo desde la cama Catalina.

-Ayúdame mejor a entrar en la falta por favor Cata, tal vez este Christopher, y quiero verme bien.

Las chicas estaban como locas con sus ropas, todas pasaban por el cuarto de Dalila, era espacioso a pesar de ser pequeño, y todo estaba en perfecto orden, incluso la decoración parecía de pinterest.

-¡Se me ve la celulitis! Ni loca usare la falta corta, ¿sugerencias? –dijo Dalila.

-Si yo usare vestido, usa uno también –dije desde el bando de su vanity.

Aun no me cambiaba, quería ver a las chicas cambiarse. Vanessa está usando una falda amarilla a cuadros con un top negro y zapatos del mismo color, dejando suelto su hermoso cabello rubio. Parecía una chica de portada de revista noventera. Catalina era algo alta, pero le favorecía la falda negra con la camiseta blanca y detalles rosa, con unos lindos bonites blancos, y su cabello oscuro resaltaba en un perfecto chongo. Dalila, escogió un vestido verde militar con tenis blancos y se acomodó su cabello en una cola alta, me gustaba como se miraba sus ondulaciones castañas naturales.

-Perséfone, necesitas cambiarte ya, son casi las seis –dijo Vanessa, tratando de levantarme.

-¿Creen que si deba usar el vestido? No sé si se me vea bien. 

-Todo en ti se ve bello, y si alguien te critica, lo golpeare con unas tácticas que aprendí en defensa personal –dijo Catalina haciendo una pose de combate.

-Así que, mueve ese culo y a cambiarse –ordeno Dalila.

Dalila y Catalina me levantaron para llevarme al baño, Vanessa me dio el vestido y los zapatos que traía puestos hace un rato, y se fue cerrándome la puerta.

"Okay, Perséfone, tu puedes. Es solo un vestido".

Me desvestí, dejando la ropa roblada en el lavamanos. Tome el vestido y comencé a ponérmelo con cuidado de no caerme. Lo acomode para tratar de bajarlo más, agradeciendo a los dioses de no tener tanto pecho para que no se viera vulgar. Me senté sobre la taza del inodoro y me calce los zapatos. Me vi en el espejo, respire tres veces y salí.

Todas estaban afuera esperando, sus miradas eran de sorpresas.

-Te vez hermosa –dijo Catalina.

-Ven, tenemos que maquillarte y peinarte –dijo Vanessa tomándome de la mano y llevándome al cuarto.

Me volví el experimento de tres locas.

Dalila me hizo un maquillaje nude con detalles dorados y un labial rojo mate, las tres me miraban de todos los ángulos posibles.

-¿Qué tal un chongo grande? –dijo Catalina.

-No, la hará ver exagerada, ¿y si se lo planchamos? –agrego Vanessa

-Tardaremos horas, ¿segura que no quieres traerlo suelto? –pregunto angustiada Dalila.

Negué con la cabeza. Las chicas estaban más preocupadas que yo por mi imagen.

-¿Qué tal dos trenzas holandesas? Las despeinan y se verá casual pero a la vez arreglada.

Decir que fui atacada por seis manos y varios peines es poco. Tras tantos jalones y dos cepillos rotos, quedaron satisfechas.

-Estamos listas y hermosas, esto merece una selfie –dijo Catalina sacando su celular y tomando un boomerang para instagram, etiquetándonos a todas.

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