Me percate que seguía en patines, me senté recargándome en la puerta de mi habitación para quitármelos, y con cuidado, los guarde en la mochila sacando los zapatos, guardando la bolsa en el armario. Camine a mi cama sentándome en la orilla, dejándome caer sobre la espalda viendo al techo. Moví mis pies pensando en el motivo de mi nerviosismo de hace unos minutos atrás. No podía negarlo, era atractivo.
Saque el celular de mi bolsillo y le envié mensaje a Dalila, la necesitaba. Dos minutos tardo en escribirme de vuelta: "llego en diez minutos".
Estire mis brazos y comencé a pensar... ¿Qué voy a hacer esta noche? No quería hacer nada este año, pero, tampoco quería ser amargada. Cerré mis ojos por un rato, permaneciendo en silencio total.
-Llegue, pequeña deidad- grito Dalila al abrir la puerta.
Abrí los ojos de golpe. Tome una de mis almohadas y se la lance sin cambiar mi posición. Escuche como la golpeo.
-Sabes, parece que vienes de un funeral –se sentó a mi lado con la almohada sobre sus piernas- ¿Qué carajos te pasa? ¿Sigues pensando que no debes hacer nada este año?
-Florecita, no tienes ni idea –me toque la frente con la mano derecha- solo quiero estar en pijama y dormir todo el día, pero los chicos están muy emocionados con hacerme la fiesta –comencé a deslizarme para quedar sentada- ¿Qué debo hacer?
-Aceptar el gesto, Perséfone. Los chicos son prácticamente tu familia, y quieren lo mejor para ti, y sabes perfectamente bien que ellos no hacen ni las tareas de la uni, que hagan esto por ti es demasiado para ellos. Además, necesito alcohol y perder la conciencia por un rato, ni muerta dejare que canceles todo –comienza a atacarme con la almohada- esto es por no decirme que había un galán de telenovela en tu patio.
-¿Galán de telenovela? ¿Hablas del chico con el que estaba Leandro?
-¡Ay, no! ¿También este? Dile a tu hermanito que deje algo para los pobres –dijo haciendo un puchero- eso de que se está con puros papacitos no es bueno para mí, yo también quiero...
-Tierra llamando a Dalila, ¿hablaremos de los ligues de mi hermano? ¿O de la fiesta de los chicos?
-Fuck, perdón. ¿Qué te dijeron los chicos?
-Que hablaran con mis hermanos para hacerlo todo, tengo suerte de que mi cumpleaños haya caído en sábado. ¿Te imaginas llegas con resaca a la clase de Ramírez?
-Si es molesto cuando estamos sobrias, no me quiero imaginar cómo sería si nos ve crudas.
-Ya se, quiero guardarme todas las aspirinas para la semana del rally.
-Bueno, retomando el tema, te traje algo –de su bolsillo, saco una cajita negra pequeña- Perséfone Agatha ...
-¡Por los dioses, acepto! –Grito emocionada- tardaste años en dármelo, maldita...
-Ya cállate, no arruines mi momento de buena persona. Perséfone Agatha, en nombre de todas las chicas, te entrego este pequeño regalo, símbolo de nuestra unión y blah blah blah. Tómalo antes de que me arrepienta.
Me arrodille y lo tome. Me senté a su lado y abrí la cajita, era un relicario de plata con las letras P y A grabadas. Me levante para ir al tocador y ponérmelo. Mire mi reflejo por unos segundos y corrí hacia Dalila para abrazarla y tumbarla en la cama.
-Son las mejores, me encanto.
-Estábamos esperando a que llegara el lunes, no sabíamos si querías hacer algo hoy, pero mandaste el mensaje al grupo, y adelantamos el regalo. Ahora, muévete o te aseguro que la suela de mi bota estará en tu trasero.
ESTÁS LEYENDO
ESTACIONES
Teen FictionAl ser la menor de cuatro hermanos, y sufrir por un corazón roto, la vida de Perséfone cambió. Formó una fortaleza en la cual no se permitía volver a caer en los enredos del amor, pero en su cumpleaños veinte, comenzo a desvanecerse la barrera. Un p...