Me perdía en las ventanas de los salones antes de nuestra hora libre, Vanessa tuvo que mandarme mensajes para evitar que los profesores me preguntaran. Salimos de la última clase con poca prisa; los demás nos esperaban en cafetería. Era grande, pero no estaba llena. Dalila y Catalina ya estaban en una mesa con las comidas.
-¿Cómo va su día? –pregunté.
-Tranquilo, no nos ha tocado nada pesado en el día. ¿Y el de ustedes? –dijo Catalina.
-Tuve que rescatar a Perséfone en varias clases. Su mente no está presente.
-Tal vez será por el chico guapo de ayer. Dime Perséfone, ¿paso algo entre ustedes que no vimos? –pregunto Dalila.
Mis ojos se sobresaltaron.
-No, nada de tu interés.
-Que lastima, si tu no lo quieres, yo lo quiero.
-Quieta, gata –dijo Vanessa.
Dalila rodeo los ojos.
-Iré a comprarme algo de beber, ¿quieren algo?
Las tres sacaron sus botellas con agua.
-Bueno, solo será te para mí, ya vuelvo.
Catalina me dio su tarjeta para pagar y un termo. Camine hasta nuestro puesto favorito, bueno, en realidad era el más barato y con mejor comida. Me asome en la tienda apoyándome sobre el mostrador, parándome sobre mis puntas.
-Parece que ni los tacones te ayudan a ser más alta –dijo una voz gruesa detrás de mí.
Me gire para enfrentarme a tal mentecato que se atrevió a meterse con mi estatura.
-Ah, eres tu –me relaje- ¿acaso me sigues?
-No, solo es casualidad –dijo Demian poniendo sus manos detrás.
-Hola querida, ¿qué te sirvo? –dijo una voz suave.
Gire, acercándome al mostrador nuevamente.
-Hola, quisiera un té de la casa grande y unas galletas de chispas de chocolate por favor –dije al entregar el termo.
-¿Y para ti?
-Unas galletas príncipe y una Coca-Cola.
La señora tomo el termo para llenarlo, entrego las galletas y la soda.
-Cobra lo de los dos.
Tomo el billete escondiendo una sonrisa, entregando el cambio después.
-Nos vemos en unos minutos, Kore –lanzo un guiño antes de irse.
-Cariño, tu novio es bastante lindo.
-Solo somos amigos.
-Un chico que te ve de esa manera, no es solo un amigo, habla la experiencia –dijo la señora.
Agradecí el servicio antes de regresar con mis amigas; sus miradas me daban escalofríos en el camino. Me senté en silencio abriendo las galletas.
-Perséfone, ¿era el amigo de tu hermano? –pregunto Dalila.
-Sí, resulta que vamos juntos en una clase.
-¿En cuál? No recuerdo haberlo visto en alguna –dijo Vanessa pensativa.
-Literatura.
-Vaya, si van juntos en la última clase de la noche, puedes pedirle que te lleve a tu casa –dijo Dalila.
-No creo que llegue a suceder, ya sabes cómo son mis hermanos, además papá lo prohibiría.
-Entonces si has pensado en el –dijo Catalina.
-Yo no he dicho tal cosa.
Comencé a sonrojarme,y las risas de mis amigas comenzaron a escucharse. Compartimos una comida grata,acompaña de anécdotas sobre nuestro verano y salidas en lo que va del mes. La alarma de mi teléfono sonó, causando que las cuatro tomáramos las bolsas para irnos. Nos despedimos antes de ir a nuestras facultades. Vanessa me tomo del brazo.
-Perséfone, si no llega el profesor, tienes que contarme que está pasando.
-Lo hare si me cuentas que paso en el café del supermercado.
Vanessa suspiro agobiada, asintiendo al final.
-Está bien, pero solo si el profesor no llega.
Caminamos juntas hacia la clase que correspondía, ocupando los mismos asientos de siempre. Sacamos la bajara de uno para matar el tiempo, el profesor de Ética siempre se retrasaba. La universidad en su reglamento establecía que, si un docente llegaba tarde después de los quince minutos de tolerancia; el alumnado podía retirarse del salón. Ella y yo éramos de las pocas personas que permanecían hasta que llegara un aviso del profesor si llegaría tarde o no se presentaría. Entro una chica de último semestre al aula.
-Compañeros, me comunica el licenciado que no se presentara el día de hoy ni mañana a causa de sus conferencias. Dejo tarea encargada en el aula virtual. Buena tarde –se retiró con delicadeza.
Mire victoriosa a Vanessa, arrojando mis cartas sobre el mesa banco antes de girarlo. Ella imito el movimiento.
-¿Piedra, papel o tijera? –dije.
Saque piedra, ella papel.
-Okay, después del incidente de mi cumpleaños y hacer como si nunca hubiera pasado, me llegó la noticia que se quedara unos días en mi casa, así que llegamos a común acuerdo de tratar de ser amigos. Es todo. Ahora dime, ¿Qué paso en el café del supermercado?
-Perséfone, lo vi.
Trague en seco.
-Él trabaja ahí, te aseguro que yo no lo sabía hasta ayer. Y ella también.
Tome sus manos, viéndola a los ojos. Ella entendía mi dolor, ella me saco del hospital.
-Tranquila, gracias por decirme. De todos modos, prefiero el café de "9 3/4 ". ¿Quieres caminar? No se me ocurre que hacer en estas dos horas libres.
Guardamos nuestras y salimos. A la distancia, vimos una mesa debajo de un cartel grande. Conforme caminamos, las letras se distinguían mejor: bienvenida.
-Hola chicas, ¿quieren ir a la bienvenida? –dijo una chica rubia muy entusiasta.
-Hola Betany, ¿Cuándo será? –pregunto Vanessa.
-Este viernes.
-¿Sera en uno de esos antros donde solo hay mesas? –pregunte.
-No, este tiene una gran pista para bailar. ¿Les interesa? –dijo mostrando una pulsera color rosa.
-Dame cuatro pulseras.
Me las entrego después de pagarle.
-Nos vemos chicas.
Ambas nos despedimos de Betany; ella era la presidenta de la sociedad de alumnos y una de las mejores alumnas de la facultad. Vanessa me tomo una foto mostrando las pulseras, la cual mando a nuestro chat grupal.
-Los chicos te mataran, ¿lo sabes?
-Te hundes conmigo si eso sucede.
Guarde las pulseras dentro de mi agenda, la tome del brazo caminando juntas alrededor del campus. Permanecimos en silencio observando nuestro entorno.
-Necesito preguntarte algo Perséfone, y quiero que me contestes con la verdad. Y hablo con la verdad, no lo tomes como una broma.
-Claro, ¿Qué es?
-¿Tienes miedo a volverte a enamorar?
Mi cuerpo se congelo.
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Holi, cositas bellas.
Espero que les haya gustado este nuevo capitulo, y para comentar que... ¡YA TENEMOS MAS DE 100 VISTAS! Estoy feliz de que les este gustando una de tantas historias en este maravilloso universo, nos vemos hasta la próxima actualización
-Pauli
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ESTACIONES
Teen FictionAl ser la menor de cuatro hermanos, y sufrir por un corazón roto, la vida de Perséfone cambió. Formó una fortaleza en la cual no se permitía volver a caer en los enredos del amor, pero en su cumpleaños veinte, comenzo a desvanecerse la barrera. Un p...