-Perséfone, no puedes durar tanto tiempo en el baño, existimos otros en esta casa- gritó Leandro fuera del baño.
-Si sigues interrumpiendo, harás que vuelva a comenzar. –contesté molesta.
Volví a verme en el espejo observando el volumen de mi cabello. Lo tome con ambas manos buscando el peinado correcto para ese día: dos chongos altos, o caídos; una coleta, o dos; tal vez suelto... No, eso no pasara. Tome una de las ligas grandes y me hice un chongo caído. Tome un poco del brillo para el cabello y lo puse con cuidado de no tocarlo tanto. Contemple el resultado y salí sonriendo.
-¿Tanto por un simple chongo? Lo hubieras hecho en tu habitación –dijo Leandro.
-Lo dice el que tarda treinta y cinco minutos en la ducha –respondí- ¿o será que haces algo más que ducharte? –lo mire con sospecha.
-Eso no te interesa –dijo entrando al baño cerrando ruidosamente la puerta- y tardo veinte minutos.
Me reí camino a la cocina, era día de panqueques. Miguel traía el delantal azul amarrado a su cintura. Tenía su música desde su celular en un volumen bajo, para poder entablar conversaciones sin molestar. Ramsés lo ayudaba con el café y los almuerzos. Tome asiento en una de las sillas de la barra para observarlos, me gustaba ver a los gemelos hacer el desayuno. Se pasaban lo que requerían sin decir alguna palabra, como si tuvieran comunicación telepática. Camino hasta la orilla de la cocina, dando vuelta por donde yo estaba, haciendo girar mi silla.
-Para la diosa de nuestros corazones –dijo Ramsés entregándome un narciso, y girándome de nuevo a la barra, para volver al área de la cocina
-Y la pequeña cuatro, felices veinte primaveras – me sonrió Miguel colocando el plato de los panqueques en forma de corazón con chocolate y mi café en la taza temática de Alicia en el país de las maravillas. -Y dinos, ¿qué se siente?
-Un poco raro, pero, me gusta. Siento que ya estoy dejando la juventud aun lado...
-Y eso es verdad, pronto tendrás canas, la cara estirada y te enojaras porque tu café no tiene suficiente canela –escuche una voz detrás de mí.
Gire y vi a Leandro usar una camisa bastante elegante para él, resaltaban sus facciones. Parecía otra persona.
-Y, ¿Qué les parece? –giro sobre su eje y se detuvo haciendo una pose estilo ángel de victoria secret -¿se ve bien?
Miguel se comenzó a reír, Leandro lo comenzó a ver amenazante. Tomo asiento a mi lado para beber su té matutino. Me levante para poner mi flor en agua, tome el florero poniendo un poco de agua y coloque la florecilla amarilla dentro.
-Para que el desayuno sea más perfecto –dije poniéndolo al centro de la barra.
Fue el desayuno con la mayor cantidad de bromas, todas sobre la ropa de Leandro. Terminando, recogí los platos para lavarlos. Ramsés se fue por unos segundos, los otros dos lo siguieron. El primero traía una corona de rey de juguete, y los demás regalos y una bocina, dejándolas en la mesa de centro de la sala. Dos tomaron mis manos y el tercero me empujaba agarrando mis hombros, bajando con cuidados los pocos escalones de la sala. Me sentaron en el sillón individual, Miguel encendió la bocina, sincronizándola con su celular. Comenzó a sonar "My girl" de The Temptations, y los tres chicos de cabellera oscura hicieron una coreografía, fue bonita aunque tenían sus tropiezos. Aplaudí en jubilo y cada uno fue entregándome sus obsequios, recibí una copia de "Mujercitas", bandas para el cabello y una camiseta de american graffiti.
-Hoy es tu día, pequeña Perséfone. Decide el plan de hoy y lo acataremos, sin excepciones –dijo Ramsés muy seguro.
-No lo sé, chicos. Este año lo siento diferente, no tengo algún plan que quiera hacer.
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ESTACIONES
Teen FictionAl ser la menor de cuatro hermanos, y sufrir por un corazón roto, la vida de Perséfone cambió. Formó una fortaleza en la cual no se permitía volver a caer en los enredos del amor, pero en su cumpleaños veinte, comenzo a desvanecerse la barrera. Un p...