4

70 32 18
                                    

Después de mi súper fuga del cuarto de invitados con el vestido mal puesto, la chaqueta en la mano y mi ropa interior perdida, me dirigí al baño, por suerte, los demás seguían dormidos. Trate de recordar que paso después de hablar con Demian, pero solo me dolía la cabeza. Salí de la ducha para envolverme con la toalla y poder cepillarme el cabello, es muy incómodo que se seque sin que este desenredado.

Me retire del baño con cuidado, tomando el vestido y la chaqueta debajo de mi brazo y camine a mi cuarto. Abrí la puerta con mucha lentitud para ver si mis amigas seguían dormidas. Todas dormían en la cama, tener una cama grande tenía sus ventajas. Tome la ropa que encontré a la primera, era un pantalón y una camiseta rosa, y tome ropa interior del buró. Me puse mis pantis aun con la toalla puesta, y me la quite para ponerme el bralette. Logre ponerme el pantalón con pocos problemas y al final la camiseta de tono pastel. Con la toalla, comencé a quitarme el exceso de agua, y volví al baño después de dejar las prendas en la canasta de la ropa sucia. En el camino, tropecé con alguien.

-Buenos días, Perséfone. ¿Qué tal la cruda? –dijo Demian con su cabello alborotado.

-Hola –dije sorprendida y asustada.

-Tranquila, me veré mejor después de bañarme –sonrió.

-No es eso, no sabía que te quedarías a dormir.

Me miro con sorpresa, puso su mano detrás de su nuca.

-Espera, ¿me lo mencionaste o algo? Olvide todo después de que me trataste de quitar la corona.

-Ah, sí, lo mencione.

-Oh, perdona, debiste pensar que fui grosera.

-Tranquila, ¿me permites? –dijo señalando el baño.

-Ah, sí, claro. Solo dejare la toalla y me iré.

Entre y la estire en el toallero, salí y comenzamos un juego de baile para pasar, giramos y cerró la puerta. Me dirigí a la cocina para hacer el desayuno de los sobrevivientes, como le decía Rodrigo. Prepare una gran cantidad de chilaquiles rojos y metí el jugo de naranja al congelador. Ya todo listo, tape la comida y fui a despertar a las chicas. Fui a mi habitación y corrí para lanzarme sobre ellas, y me lanzaron a fuera de la cama.

-Perséfone, no molestes. Y sigues mojada. –chillo Vanessa.

-No sé ni qué hora es, pero, deja dormir –dijo Catalina.

-Chicas, era el único modo de decirles que el desayuno está listo. Ya saben dónde están las aspirinas y demás cosas que necesiten.

Me levante del cuarto y salí a despertar a mis hermanos, los gemelos estaban un sillón de la sala, uno traía la corona (un misterio resuelto), y el otro estaba en el suelo.

-Par de tontos, el desayuno está listo, las pastillas están en la barra.

-Gracias, Percy –dijo Miguel.

Miguel se sentó y pateo levemente a Ramsés, este se despertó y se levantó, y camino a la cocina. Yo fui a tocar la puerta de la habitación de Leandro y el chico moreno me recibió.

-Cariño, tu hermana está aquí. 

-¿Ya está el desayuno, Percy? –dijo desde el fondo.

-Sí, los espero en la cocina.

-Oye, dile a Demian que ya está el desayuno. Duerme en el cuarto de huéspedes.

Por los dioses...

-Oh, sí, ya le digo.

Toque la puerta de la habitación, nadie respondió. Entre y vi que estaba desordenada. Trate de acomodarla lo más que pude, vi que mi mochila estaba debajo de la cama, y me la colgué.

ESTACIONESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora