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Mi objetivo, era llegar a la cima.

Para lograrlo, tenía que ser más fuerte que mi hermano mayor, que era conocido como el hechicero más poderoso.

Eso significaba que debía llegar a manipular la Técnica hereditaria de la familia Gojo a un nivel alto, pero era consciente que era imposible controlar la Técnica de Maldición Ilimitada.

Posiblemente, porque yo no la había heredado. Sin embargo, no era del todo malo.

Debido a que Satoru era tan bueno manejando dicha técnica, además de heredar el poder de los seis ojos, yo pude heredar la Espada del Infinito.

Esta espada era como un objeto maldito de nivel especial que me aportaba un incremento de energía maldita; por lo que, cada vez que la utilizaba, me sentía más fuerte.

Y esta no fue la excepción.

Que no supiera si tenía la Técnica o incluso el no poder utilizar Rituales Malditos no era un problema si tenía mucha energía maldita...

O eso quería creer, ya que con una mente llena de dudas no lograría mi objetivo.

Era consciente que Itadori había dicho que sus amigos se encontraban en el cuarto piso; sin embargo, al ver a una Maldición arrastrándose desde la azotea, tuve que subir hacia ella para comprobar que no había más peligro.

Por supuesto, cuando la Maldición se liberó, este edificio se infestó de más Maldiciones que querían comerla.

Cuando una Maldición me embistió, salté hacia su cabeza, empuñando mi espada, para incrustarla con fuerza.

Traté de regular mi respiración, limpiando con el dorso de mi mano el sudor de mi frente; sin embargo, cuando creí que ya podía bajar al cuarto piso, el brazo de una Maldición apareció de repente, empujándome con fuerza contra una pared.

Mi cuerpo impactó con fuerza ella y el aire abandonó mis pulmones de golpe.

Cuando caí al suelo, la Maldición volvió a golpear; sin embargo, con la fuerza que tenía, la detuve haciendo uso de energía maldita.

Apenas pude respirar, cuando la fuerza de la energía maldita dejó de surtir efecto y el brazo de la Maldición se dirigió de nuevo hacia mí.

Esquivé el golpe, apresurándome a atacar sin que se diera cuenta. La hoja de mi espada atravesó su cabeza, exorcizándolo en el instante.

Respirando pesadamente, me recosté sobre la espada para recuperar un poco de aliento; sin embargo, tampoco me di cuenta cuando una Maldición, más grande que las anteriores, caía sobre mí.

Intenté esquivarlo, pero apenas pude moverme y algo parecido a una mano cayó sobre la parte baja de mi cuerpo, dejándome sin aire de nuevo.

Parecía que a la Maldición no le importaba matarme, ya que al ver que no podía mover ni un músculo, siguió su camino hacia el cuarto piso, atravesando el piso donde nos encontrábamos.

Caí al suelo con un sonido sordo. Si antes pude albergar un poco de aire a mis pulmones, esta vez estaba segura que no había dejado ni un poco.

Mis pulmones, probablemente, ya estaban demasiado lastimados. Sentí que no podía respirar y, desesperadamente, intenté levantarme para hacerlo.

No era capaz de aspirar aire y apenas podía ver o escuchar algo; sin embargo, sentí que alguien me ayudó a sentarme en el suelo.

—¿¡Estás bien!?

La desesperación cesó cuando sentí que pude respirar de nuevo, gracias a la posición de mi cuerpo, y en mi vista borrosa apareció la imagen del pelirosa.

Hacia la cima [ 1 ] | Yuji Itadori |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora