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Desperté al escuchar el fuerte ruido sordo de algo impactando contra el suelo.

No sabía muy bien lo que ocurría, por lo que me senté en la cama con el ceño profundamente fruncido.

En cuanto mis ojos se encontraron con el pelinegro y el pelirosa a algunos metros de mí, solté un pequeño gruñido.

Ambos estaban en posición de querer detener lo que sea que cayó al suelo, algo que obviamente no lograron.

Megumi se enderezó enseguida y, discretamente, movió su pie.

Antes de que pudiera ver lo que hacía, dijo:

—Genial, la despertaste.

—¡Fue tu culpa! —se quejó Itadori.

—¿Qué hacen aquí? —pregunté, aún adormilada.

—Es mi habitación, ¿sabes? —respondió Megumi.

Gruñí, dirigiendo mis ojos hacia Itadori para verlo a él de nuevo.

—¿Y decidiste tener una pijamada sin avisarme?

—No es una pijamada —respondieron al mismo tiempo.

Bostecé, cubriendo mi boca.

—¿Entonces? ¿Por qué hacen tanto ruido?

—No es nada, ya me iba —respondió rápidamente Itadori—. Lo siento, continúa dur...

—Vino a preguntar por ti —dijo Megumi, interrumpiéndolo.

—¿Por qué? —pregunté, confundida, viéndolos alternadamente—. ¿Necesitas algo?

Cuando mis ojos se quedaron fijos en Itadori, me pareció ver un leve sonrojo mientras desviaba la mirada, tocando distraídamente su mejilla con su dedo índice.

—Bueno, yo... —se aclaró la garganta—. No era nada, no te...

—Será la única vez que lo haga —dijo Megumi, soltando un suspiro mientras caminaba lentamente hacia la puerta—. La próxima vez, háganlo en otro lugar.

—¿Eh? ¡Fushiguro, espe...!

—¿De que hab...?

Megumi cerró la puerta después de salir, dejándonos solos en la habitación.

Confundida por la situación, me senté lentamente en la cama mientras veía a Itadori, quien miraba con atención la puerta.

—¿Qué es lo que ocurre?

Él saltó en su lugar y me dirigió una mirada, avergonzado.

—Ya que no te encontré en tu habitación —explicó, rápidamente—, vine a preguntarle a Fushiguro si sabía dónde estabas.

Me quedé en silencio antes de preguntar:

—¿Para qué me buscabas?

—Yo... Emm... Bueno, quería... preguntarte algo, Gojo.

—¿Qué cosa? —inquirí, insistentemente.

—Tú..., ¿estás bien?

Me sentía demasiada confundida y ni siquiera estaba segura de lo que pensaba Itadori, teniendo en cuenta que sus ojos huían de mí.

Para él, cualquier cosa en la habitación era más interesante que yo, por lo que no creí que esa fuera la pregunta que quería hacerme con anterioridad.

—¿Es eso lo que ibas a preguntar?

—¡Sí! —volteó a verme—. ¡No! —se aclaró la garganta—. No, en realidad, quería saber algo más.

Hacia la cima [ 1 ] | Yuji Itadori |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora