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Gojo-sensei había ido a un viaje de trabajo y, aunque se suponía que debía estar más tranquila, era algo casi imposible.

A diferencia de lo que había dicho y lo que había querido creer, en verdad quería escuchar las explicaciones de mi hermano, pero temía escuchar que lo había dicho todo en serio.

Como cuando ocurrían este tipo de cosas, no podía dormir tranquilamente en mi habitación. Esta vez estaba completamente segura de que no era por la poca comodidad de mi cama, así que salí de ella y me quedé parada afuera de mi habitación por un momento.

Sabía que podía entrar a la habitación de Megumi aunque estuviera durmiendo y acostarme a su lado sin decir una palabra, pero por alguna razón mi vista iba a la puerta que estaba al lado de la suya.

Incluso sabía que podía entrar de la misma forma con Nobara, pero no con Itadori.

Tenía mucho que ver con el hecho de que hacía unos días me dijo que le gustaba, pero yo no había sido capaz de decirle lo mismo. Y no era porque no lo sintiera, incluso lo había aceptado frente a Megumi y Nobara, pero por alguna razón no podía decírselo a la cara.

Bueno, en realidad sí sabía la razón.

Itadori era un gran chico, en verdad me gustaba demasiado, pero ni siquiera estaba segura de quién era yo. Sentía que, en cualquier momento, podría hacer algo que lo lastimara y era lo que menos quería. Era tan egoísta que, incluso sabiendo lo que sentía por mí, yo solo podía pensar en mí y mis problemas.

Quería superar a Satoru, quería que se retractara de sus palabras mostrándole lo que valía y, en esos planes, no estaba contemplado Itadori.

Y, aun sabiendo todas esas cosas, mis piernas parecieron moverse solas hacia el frente de su habitación.

Mi puño se levantó para poder tocar la puerta, pero me detuve en el último instante y solté un profundo suspiro, para luego dejar caer mi frente sobre la puerta suavemente.

No sabía ni siquiera qué haría si él llegaba a abrir la puerta. ¿Debía decirle algo al respecto de lo que dijo o solo haría como si nada pasó? Si llegaba a hablar de ello, ¿lo correcto era rechazarlo? O si actuaba como si nunca lo hubiera dicho, ¿no llevarían ambas cosas a lastimarlo y haría lo que menos quería?

Antes de poder separarme de la puerta para dirigirme a la habitación de Megumi, ésta se abrió, provocando que mi cuerpo se fuera hacia enfrente.

Reaccioné casi enseguida, parándome erguida mientras miraba a un, muy confundido, Itadori adormilado.

—¿Gojo? —se pasó la parte baja de su palma por los ojos, pero se detuvo abruptamente y me dirigió una mirada preocupada—. ¿Está todo bien? ¿Sucede algo?

—Lo siento tanto —dije, rápidamente—. No quería molestarte, solo... No podía dormir, así que salí a caminar.

Suspiré, dando un paso hacia atrás para alejarme de la puerta.

—Buenas no...

—¿Quisieras... dormir conmigo de nuevo? —preguntó, suavemente.

Abrí y cerré mi boca antes de ser capaz de encontrar mi voz.

—Si no es una molestia, por supuesto que me gustaría —respondí.

Parecía que todo mi cuerpo no quería hacerle caso a mi mente, quien pedía a gritos que me alejara de ese lugar.

Así fue como, en silencio, entré a su habitación y me acomodé en su cama, la cual estaba cálida porque parecía que se acababa de levantar.

Itadori se acomodó a mi lado, acostándose en mi dirección mientras sus ojos me miraban con atención y yo miraba el techo de la habitación, levantando la sábana hasta cubrir mi nariz.

Hacia la cima [ 1 ] | Yuji Itadori |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora