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Corrí por pasillo, respirando pesadamente.

Después de que a Kugisaki se le acabaron los clavos, terminamos separándonos. Era cierto que ya me sentía bastante cansada, pero aún tenía fuerza para buscarla.

—¡Ya me aprendí bien tu rostro!

Abrí grandemente mis ojos, comenzando a correr en dirección al sonido de su voz.

No había exorcizado a todas las Maldiciones que se habían quedado conmigo, incluso algunas me seguían, pero quería resguardar un poco de fuerza para cuando estuviera con ella.

Había transcurrido algún tiempo y no sabía dónde estaban Itadori y Megumi. Aunque quisiera escapar de este lugar con Kugisaki, no sabría encontrar la salida.

—¡Juro que te maldeciré!

Cuando crucé por el pasillo, una Maldición se acercaba a la boca a Kugisaki. En ese instante, levanté la hoja de mi espada y corrí en su dirección para cortar el brazo que sostenía a Kugisaki.

Casi al instante, me arrepentí. Si Kugisaki caía repentinamente, podía lastimaste más.

Sin embargo, cuando iba a correr en su dirección para detenerla, algo se enroscó en su cintura y una serpiente atacó a la Maldición por la espalda.

—¡Nos vamos de aquí! —exclamó Megumi, a unos metros de mí.

Sentí un enorme alivio, mientras corría hasta donde él y Kugisaki, dentro de la rana, se encontraban.

—¿Sabes? Detesto las ranas —dijo Kugisaki.

—¡Pues lo siento! —exclamó él, caminando hacia atrás—. Debemos salir de la correccional enseguida.

Respiré profundamente.

Las Maldiciones que me seguían ya se encontraban junto a las que estaban con Kugisaki. No creía que pudiéramos terminar con todas, así que exclamé:

—¡Salgan ahora!

—Pero...

—Estaré bien, no tardaré en seguirlos —le dirigí una sonrisa a Megumi.

No podía hacer Rituales Malditos, pero eso no significaba que era una completa inútil. Había aprendido algunas cosas que me servían en momentos como este, como expulsar grandes cantidades de energía maldita que provocaban explosiones.

—Tenemos que irnos todos jun...

—¡Bien, si quiera muévete hacia la puerta! —exclamé, empujándolo.

Apunté a la Maldición más grande y expulsé energía maldita, exorcizándola con una explosión, la cual comenzó a expandirse por todo el lugar hasta donde estábamos.

No tardé en darme la vuelta para correr junto a Megumi y la rana que llevaba a Kugisaki.

Debía aceptar que ese ataque había requerido de mucha energía maldita, pero no podía detenerme aún.

En el momento en el que salimos del lugar con la ayuda del perro de jade de Megumi, Ijichi nos esperaba afuera. Sostuvo a Kugisaki mientras Megumi y yo nos dejábamos caer al suelo para recuperar un poco de aire.

Cuando el lobo aulló, mi ceño se frunció profundamente.

—¿Dónde está Itadori?

Después de la explicación de Megumi, enseguida me puse de pie. Antes de que pudiera dar un paso en dirección al edificio, él me detuvo, agarrando mi muñeca.

—No puedes entrar de nuevo, Itadori dijo que le daría el control a Sukuna.

—¿No crees que con mayor razón necesitamos sacarlo de ahí?

—¿No confías en él?

—¡No confío en Sukuna! ¡Es una Maldición! ¿¡Y si no quiere devolverle el control a Itadori!?

—Él ha sido capaz de contenerlo, sé que lo hará de nuevo —Megumi suspiró—. Además, ustedes necesitan ir al hospital.

Dirigí mi vista a Kugisaki, quien realmente parecía estar mal.

Solté un profundo suspiro y, juntos, nos dirigimos a la salida. Después de que metieron a Kugisaki en el asiento trasero del auto, Megumi abrió la puerta del copiloto para que también entrara.

—Me quedaré aquí —dije, cruzándome de brazos.

—Debes ir al hospital.

—Parece que tú también y, aún así, quieres quedarte.

—Estoy menos herido, tengo más fuerza en este momento.

—No me moveré de aquí, tú deberías ir al hospital.

—Ya lo dije, estoy...

Antes de que pudiera terminar su oración, moví mi mano en dirección a su cuello y lo golpeé. Enseguida, el cuerpo de Megumi cayó hacia mí sin ninguna fuerza.

Sabía que no lo había logrado únicamente porque él no se lo esperaba, pero seguía siendo funcional.

—Lo siento, Megumi, pero solo dormirás por unos minutos —murmuré—. Te prometo que no entraré, solo esperaré a que Itadori salga.

Ya que él había dejado la puerta abierta, me las arreglé para meterlo al auto.

—Deberían expandir el área de evacuación diez kilómetros —le dije a Ijichi.

—¿Estás segura de quedarte aquí? ¿Está bien que me lleve a Fushiguro en este estado?

Asentí.

—Solo esperaré a Itadori. Dormir a Megumi fue solo porque si no lo hacía, me obligaría a ir contigo.

—Regresaré en cuanto lleve a Kugisaki al hospital.

Hice una pequeña mueca. Su presencia, en realidad, no seria de mucha ayuda. Pero si algo ocurriera, necesitaría a Megumi, así que asentí.

—Para ese entonces, Megumi ya habrá despertado, así que tráigalo con usted, por favor —asintió—. En todo caso, sería mejor que pidiera que algún hechicero de nivel uno o mejor viniera.

—Haré lo que pueda. Nos vemos.

Después de que el auto se fuera, solté un profundo suspiro mientras volteaba a ver el edificio.

Tal vez lo mejor habría sido esperar junto a Megumi, pero estaba segura de que él me habría obligado a ir al hospital.

Era cierto que yo me encontraba más herida que él, pero si utilizaba el tiempo que esperaría por Itadori, incluso si no salía hasta que Megumi volviera, podría recuperar un poco de mi energía maldita.

No quería ser pesimista en este momento.

De verdad esperaba que, el que volviera, fuera Itadori y no Sukuna.

Si fuera la Maldición, no podía permitir que saliera de este lugar.

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Holi a todos, ¿cómo están? Espero que bien y, además, el capítulo les haya gustado. :3

La nota la escribo porque hace algún tiempo quise escribir otro fanfic, pero esta vez de Izumi Miyamura de Horimiya.

El fin no sigue al anime pero, si les gusta tanto Miyamura como a mí, no duden pasarse a mi perfil para leerlo. ♡

Sin más que decir, me despido xd. ¡Espero que nos leamos pronto!

Hacia la cima [ 1 ] | Yuji Itadori |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora