Besos color sangre

XVII

Capitulo diecisiete: 95/100, consejos de amor de Damian y ¿mi rol?

Caminé furiosa buscando a Quentin por los pasillos, por Dios ¿dónde me escondería si fuera un nerd? ¡La biblioteca, duh!

Al entrar, los sonidos se hicieron más claros y podía concentrarme para buscarlo, no parecía una misión imposible como hacerlo en los pasillos, literalmente son peor que un mercado.

Fallé con lo del sonido, así que mi mirada será ¿dónde se esconde?

Logré divisarlo en una esquina, la más lejos de la entrada y en donde casi nadie se encuentra, en donde en las historias los chicos malos hacen cosas malas.

—¡Oye tú! —susurré gritando—, ¿Puedes decirme que significa esto? —coloqué el papel arrugado que llevaba en mis manos, sobre la mesa y lo extendí para que lo viera—, me entregaron el examen y estaba a punto de levantarme para entregar la papeleta vacía cuando vi que era lo que me enseñaste, ¿acaso hiciste trampa? ¿lo sabías y por eso me lo enseñaste? —él sonrió y me miró orgulloso.

La semana de exámenes había terminado y los resultados habían salido esta mañana.

—Sé que este 95/100 te parece una ilusión y crees que has hecho trampa por el simple hecho de haberlo resuelto antes, pero normalmente le llamamos estudiar —explicó ampliando su sonrisa con cada palabra que salía de su boca—, además déjame decirte un secreto, sólo los que realmente estudian se dan cuenta que los maestros sacan los ejercicios de las guías que nos dan para resolver en casa —susurró.

Increíble, eso calificaba como hacer trampa ¿no?


—Créelo Margaret, es tu nota —escondió una sonrisa entre sus labios.

Definitivamente se merecía el título de nerd guapo.

Me senté sobre la mesa, a la par del libro que leía Quentin y luego de unos largos minutos de pensar y pensar, caí en cuenta que por primera vez en mi vida había tenido una buena calificación en matemáticas y era increíble, me sentía poderosa.

¡Santas ratas! ¡Mi primer 95 en matemáticas! Sentí a los ángeles cantar "ahhh" al lado mío, pero no creo que los ángeles me quieran ¿o sí?

Quentin me miraba con una sonrisa en su rostro, estaba tan feliz, tanto que quería saltar de la emoción. Me sentía estupendamente inteligente, vaya que estudiar sirve para el autoestima eh. Puede que tenga toda la eternidad, pero estudiaré para salir de estudiar lo más pronto posible, aunque cuando no venía a clases me hacía falta, bueno literalmente tengo una eternidad para descubrir que haré con mi vida, así que no me estresaré por eso en estos momentos.

—¡Felicidades, Margaret! —lo miré sonriendo y lo abracé de lo agradecida que estaba.

No puedo creer que lo haya logrado, sin copiar.

—¡Gracias, gracias gracias! —dije aún sin soltarlo. Me separé un poco de él cuando la vena de su cuello estuvo frente a mí y mis colmillos estaban a punto de salir.

¿Por qué siempre olvido que soy un vampiro y la sangre me atrae? Fue un error mío haberlo acercado tanto a esas deliciosas venas yugulares.

Nuestros rostros estaban tan cerca, que sentía su calor y escuchaba a sus latidos acelerarse, ¿es que acaso me pedía a gritos que le chupara la sangre?

Santas ratas, tenía un manjar de sangre frente a mí.

No sabía qué hacer, y la sangre me llamaba lo suficiente para que mí cuerpo no reaccionara a su hermoso olor, no podía controlarme, era imposible, necesitaba alejarme, pero, por otro lado, quería besarlo y quería morder su cuello, que culpa tenía yo de que su vena saltase como si estuviera emocionada por ser atacada por mis colmillos.