XI

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Capítulo once: sonrisa Colgate, destinada a esto y citados auna reunión.

—No entiendo la necesidad de bloquear tu mente —Stewart achina los ojos frente a mí. Le di una mirada incrédula en respuesta.

—Pues si no los puedes leer es obvio que no quiero que lo hagas —Le sonreí sin enseñar los dientes.

Era hora de almuerzo y estábamos en la cafetería, actuando como adolescentes normales a los que no les gusta la comida de esta y sólo beben algo misterioso en sus termos.

Nadie sospechaba pues porque la comida acá es horrible. Así que actuar como vampiro no era muy difícil.

—¿Por qué no quieres que los lea? —Entrecerró aún más sus ojos y me señalaba como si hubiera hecho algo malo.

Porque estoy muy concentrada pensando en la visión con mis padres biológicos.

—Por qué no Stewart, son cosas de niñas —Mentí intentando que me dejara en paz, pero al parecer no fue así porque dijo:

—Oh vamos, no es como si fueras lo suficientemente femenina —Se burló.

Damian se acercó a la mesa y tiró la bandeja.

—¿Quién no es lo suficientemente femenina? —Preguntó mientras sacó el termo de su mochila.

—Margaret —Respondió Stewart obvio.

—Oh —Asintió de acuerdo y le dio un sorbo a su licuado—, muy cierto, es más Stewart es más femenino que tú.

La verdad aquello no me ofendía, porque nunca he intento verme y actuar como señorita por más de unas horas.

—Exacto —Stewart tardó en reaccionar ante la burla y se quejó—, si mi amiga acá no te lo hubiera mencionado, tu nunca sabrías que yo soy —Su tono de voz bajo a un nivel casi inaudible—, gay.

Sonreí satisfecha ante aquel cambio de tema.

—Ahora que lo pienso, tu siempre has tenido algunos gestos raros —Dejo reposar su barbilla sobre su mano pensativamente.

Stewart se lamió los dientes escondiendo una sonrisa.

—Tú los hacías todo el tiempo cuando eras humano, ¿o te recuerdo como eran tus gritos con las Itsy Bitsy? —Su sonrisa se hizo burlona.

No soporte soltar una carcajada ante aquella declaración.

Se me hacía muy difícil encontrar una imagen de un Damián asustado por una arañita.

—Touché, ya sabemos que todos acá tenemos secretos vergonzosos —Lo miró mal.

Stewart se removió en su asiento incómodo.

—Mi secreto no es vergonzoso —Declaró Stewart en voz baja.

—Si no es así ¿por qué no lo haces público? —Apuntó.

Realmente me sorprendía lo que estaba oyendo, ¿qué rayos le pasa a Damián? ¿acaso lo está afectando la andropausia? No sabía que tenía algún problema con la sexualidad de Stewart.

Fruncí el ceño confundida.

—Oye... —Interrumpí a Stewart, realmente me enojaban las personas como él.

—¿Qué es lo que te pasa estúpido? —Solté con rabia.

El me miró y elevó sus hombros desinteresado.

—Simplemente no entiendo porque Stewart dice que no es vergonzoso, pero no lo cuenta y lo guarda como secreto haciéndose pasar por algo que no es por casi tres décadas —Lo miré incrédula.

Besos color sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora