IX

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Capítulo nueve: Besos, revelación, aretes y promesa.

Al despertar mamá me había obligado a subir a mi habitación, diciendo que tenía que hablar cosas de adultos con papá.

Já, como si no supiera que los vampiros tenemos capacidad de escuchar aún estando a largas distancias.

Damian se había ido con la excusa de buscar a Stewart hace media hora, y también porque tenía hambre.

Me estaba aburriendo y mamá y papá habían dejado de hacer ruido, y mi estómago pedía sangre así que decidí bajar a buscar la rata que asustó a mamá horas atrás.

Lo busqué en la sala, nada. En el garaje, ni señas de el, probablemente esté en la cocina.

—¡Oh santas ratas! —cerré los ojos intentando borrar esa escena de mi mente.

Al notar mi presencia mamá y papá se separaron de golpe. Padres a ningún hijo nos gusta ver sus muestras de cariño en la cocina de nuestras casas. Jamás vuelvo a comer en esa mesa.

—Margaret creí haberte mandado a la habitación —Me regañó mamá entredientes.

—Mamá eso fue hace media hora —Me quejé—, además tengo hambre y sabes, aún no soy capaz de controlar mis poderes al cien por ciento —Agregé.

Ella me observó por un tiempo y miró a papá.

Alimenta a tu hija porque yo la única sangre que tengo para regalar es la de Andrés—dijo mamá en español.

Jodido Andrés, quisiera tener la suerte que tiene el, cada mes —respondió papá mientras hacía una cara rara.

Douglas Wood deja de actuar como pervertido enfrente de nuestra hija.

Que no entiende español —Ambos rieron.

Oh claro, hablen en español para que yo no entienda.

Cinco minutos después reaccionaron y papá sacó dos bolsas de sangre donada, en las bolsas internas de su chaqueta.

—Aquí tienes cariño, estas son mis favoritas —Me las entregó dándome un guiño.

No me molesté en leer la etiqueta, sólo le metí los colmillos y mis ojos se expandieron al sentir aquel delicioso sabor, era el mismo sabor de la sangre que Stewart me había obsequiado el día que desperté.

Cuándo acabé con esta empecé la otra y también estaba deliciosa, pero la primera me había encantado, así que tome la primer bolsa y leí la etiqueta "O Rh+", decía. Declaro que la sangre O+ es mi tipo de sangre favorita.

Acabo de realizar que el tiempo en que he estado comiendo sangre de animales ha sido una pérdida de  tiempo y que de ahora en adelante comeré sangre humana, de la que donan claro está. No me veía capaz de matar a ningún humano poe el momento, aunque ya hayan pasado ciertos incidentes.

—Oh por Dios, Margaret —Mamá rió—, veo que tu delicadeza al comer no ha cambiado —dijo sarcástica.

—Mamá, yo no he cambiado —Los besos de Stewart me pasaron por la mente—, bueno, no del todo —me removí incómoda.

No le iba a decir a mamá que había tenido algo más de una vez con Stewart

—¡¿Qué has tenido qué?! —Gritó papá enojado.

Nota mental: Margaret, tu padre también puede leer mentes.

Ambos posaron su mirada en mi.

Besos color sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora