CAPÍTULO TRECE.

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I've been sleeping later I've been breathing Stronger I've been digging deeper But the memories won't stop

           Thinking Bout You, Dua Lipa

Thalia

Por segunda vez en una semana despierto con dolor de cabeza y desorientada. Con la garganta seca y un ardor en las muñecas.

No abro los ojos. Unos cuantos segundos después de despertar me di cuenta de la situación en la que estaba. No una agradable, por cierto.

Estoy en posición sentada, mis manos atadas a mi espalda y mis piernas inmovilizadas contra la silla. La cuerda se me clava en las muñecas irritando la piel. Escucho atentamente durante un momento, cuando no oigo absolutamente nada abro los ojos un poco y doy un breve vistazo. No hay nadie, estoy sola.

Abro los ojos completamente. Y miro a mi alrededor. Estoy en una especie de oficina, un escritorio de caoba se encuentra a unos metros frente a mí, la puerta a mi derecha. Yo me encuentro atada a una silla en el centro de la estancia. Una luz intensa se filtra por las cortinas blancas corridas, es de día.

La cabeza me pesa, probablemente por el corte que tengo en la sien y por la droga que me inyectaron cuando me subieron a la maldita Hummer.  

No hay nada a simple vista que me pueda servir como arma. Y desatarme de la enorme silla es imposible. 

No puedo quedarme aquí.

Los engranajes en mi cabeza empiezan a girar. Planes se arman en mi cabeza rápidamente y con la misma rapidez se desploman, no tengo los recursos para llevarlos a cabo.

Maldición, odio estar tan impotente. Odio sentirme atrapada. Tengo que pensar en algo, tengo que encontrar la forma de largarme de aquí.

Por ahora solo tengo un tipo de arma: mis palabras. Sé que pueden herir mucho más que una cuchilla, si sabes a donde dirigir el golpe. Y por suerte, conozco las grietas en la armadura del hijo de puta de Elías. 

Elías. 

No creí que fuera capaz de todo esto.

Me estaba enfrentando a mi inminente muerte, cuando la puerta del auto se abrió y él apareció. Me sorprendió y mucho. No lo puedo negar. Elías siempre me pareció demasiado idiota para planear algo así. Lo que me atrajo de él fue su habilidad en la cama. Lo subestimé y catalogué como el chico bonito sin cerebro. Un error garrafal.

Aunque, si es bastante estúpido para atreverse a secuestrar a una jefa. ¿Cree que saldrá victorioso? ¿Qué no pasará nada?

Como invocado por mis pensamientos la puerta se abre y él maldito aparece. Se dirige hacia mí, y ni siquiera pone seguro. Confiado, muy seguro de sí mismo. Bajo la vista a sus manos, trae una bandeja en ellas.

Sus ojos de color acero arden con satisfacción al mirarme. Superioridad.

Veremos cuanto le dura. 

Arrastra una pequeña mesa que está al lado de la puerta hacia mí y pone la bandeja en ella. Regreso la mirada hacia sus ojos y lo miro con toda la frialdad que puedo. No se inmuta. 

Destapa un plato de la bandeja y deja a la vista una sopa humeante, mi estómago gruñe. Probablemente lleve horas sin comer. Inconsciente. A su merced.

Retorcido Poder [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora