CAPÍTULO DIECINUEVE.

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Whatever it is It feels like it's laughing at me Through the glass of a two- side mirror Whatever it is It's just laughing at me And I just wanna scream
                           –What Now, Rihanna 

Thalia.

Observo el vaivén del mar al otro lado de la ventana. El fondo azul del mismo color que el cielo. El reflejo de la oficina a mi espalda se superpone al paisaje. Es una oficina elegante, madera clara y cristal dominan el espacio, además está convenientemente ubicada en la mejor zona de Bari.

Le doy un vistazo de nuevo a la carpeta en mi mano que contiene la verdad. Y aunque tengo la respuesta, necesito una confirmación, necesito las palabras implícitas.

Vuelvo la mirada al paisaje exterior, y espero. Mi paciencia disminuyendo con cada segundo que pasa.

Cinco minutos después, la puerta se abre y él entra, no volteo, lo veo todo en el reflejo. El buen doctor se queda paralizado y vuelva la mirada hacia atrás, a su secretaria, en busca de una respuesta de por qué hay alguien en su oficina.

Dudo que la mujer le admita que recibió una buena cantidad de dinero por dejarme pasar. Y aunque lo dijera dudo que él pueda reprochárselo. 

El tipo no está viejo, tiene treinta y cinco años y una carrera exitosa. Demasiado exitosa.

Es el mismo médico que supuestamente me realizo una tubectomia (un procedimiento de extirpación de las trompas de falopio) cinco años atrás.

Una cirugía que falló evidentemente.

Y ahora, después de mucha investigación, tengo una idea del por qué. 

Por el reflejo lo veo mirar hacia fuera. Si intenta escapar será peor para él, y espero que le haga, necesito una buena caza en este momento, pero me decepciona y entra a la oficina.

Deja la puerta semi abierta detrás de él, tratando de aferrarse algún tipo de control. Me doy la vuelta y lo enfrento. Traga saliva visiblemente.

—Señorita Tavari—dice. Me recuerda, por supuesto que lo hace y no por quien soy, sino por lo que se atrevió a hacerme. 

Doy un par de pasos y me dejo caer elegantemente sobre uno de los sillones, le doy una inclinación hacia su propia silla y espero a que se siente. Lo hace, titubeante, no deja de darle miradas furtivas a la puerta.

—Vamos a acordar no mentirnos— empiezo a decir sin rodeos—. ¿Qué pasó?—pregunto.

Él niega con la cabeza.

—Yo no...

Le refresco la memoria.

—Hace casi cinco años acudí a uno de los mejores cirujanos de la ciudad para que me realizarán una tubectomia. Ese cirujano es usted. Ahora me entero de que dicha cirugía fue un fraude, así que le repito doctor. Qué. pasó.

Cruza sus temblorosas manos sobre el escritorio.

—Yo, no sé...

—No te atrevas a mentirme—digo en una amenazante voz baja.

Mentiras. Es lo único que he escuchado últimamente, estoy harta de ellas.

Veo su lucha. Decidiendo si me dice la verdad o le hace caso a su instinto de supervivencia. Cierra los ojos y no vuelve a decir nada por un rato. Me impaciento. 

Envió un mensaje con mi teléfono. Uno de mis guardias cruza la puerta segundos después y se apoya contra la pared, esperando.

Los ojos del doctor se abren ante el ruido de la puerta y se disparan de inmediato hacia él.

Retorcido Poder [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora