| 38 |

273 31 1
                                    

*Narra Vince*

La felicidad que tenía en la mañana, se esfumó por culpa de un compañero de trabajo.
El muy cabrón, hizo de las suyas por ahí y luego se puso a decir que fuí yo.
Lo que conllevó a que el padre de Diego me diera una charla delante del propio Diego, el pobre estaba avergonzado, y yo aún más, porque sabía que él se sentía decepcionado por lo que supuestamente yo había hecho.

─ señor, le aseguro que no he sido yo.

─ entonces arréglalo Vince, sabes que te quiero cómo un hijo, no quiero tener una imagen errónea tuya.

Asentí y miré a Diego, le pidió permiso a su padre y los dos salimos.

─ Diego, te prometo que no he sido yo. Sólo disparo el arma cuando estoy en la sala de disparos. A parte, esta semana ni siquiera la he disparado.

─ si tú dices que no fuiste tú, yo te creo. Tenemos una forma para demostrárselo a mi padre, podemos hacerte un test de pólvora, si no la has disparado, tus manos deben estar limpias.

─ hazme lo que sea, sólo quiero que tu padre y tú no estén decepcionados conmigo.

─ nunca estaría decepcionado contigo, eres parte de mi familia, literalmente -sonreí sin ganas.- vamos a que te hagan el test -lo seguí.- por cierto, Kylie te echa de menos, sabes que le gusta que vayas a verla.

─ echo de menos a mi sobrina. Iré a verla pronto.

─ bien.

Entramos a una habitación. Le pidió a un chico que me hiciera el test. Pasó un bastoncillo por mis manos, esperamos unos minutos y luego volvió.

─ negativo.

─ bien, gracias -le dijo él aceptando la hoja. Diego me miró.- vamos con mi padre.

─ de acuerdo.

Tocó la puerta y luego la abrió.

─ papá, le hemos hecho el test de pólvora, negativo.

El señor Nicolás me miró con una sonrisa.

─ bien muchacho. Me alegra oírlo, sabía que no se te podía haber ocurrido hacer semejante barbaridad. Vuelve a tu puesto.

─ gracias señor.

Diego y yo salimos.
De camino a mi puesto, me encontré con el cabrón que me estaba echando la culpa.
Mi primer impulso fué lanzarme sobre él. Los dos empezamos a golpearnos.
Cuando lograron separarnos, lo miré.

─ ¡eres un cabronazo! ¡casi me metes al medio! ¡dí la puta verdad!

─ ¡yo no tengo ninguna verdad que decir!

─ ¡basta ya! ¡los dos! -gritó Diego.- Harry, a mi oficina -cuando lo soltaron, pasó por mi lado mirándome mal. Al menos le he partido la naríz.- Vince, vete a casa.

─ pero -me interrumpió.-

─ que te vayas, ahora -dijo enojado. Bajé y firmé, salí y me monté en el coche.-

*Narra Alina*

Estaba hablando por teléfono cuando la puerta de casa fué cerrada con fuerza, asustando a los niños y a mí.
Segundos después ví a Vince pasar por el pasillo.

Segunda oportunidad. |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora