Cuando me abrió, sonreí, tenía la bata mal puesta, así que podía ver sus pechos, estaba descalza y tenía el pelo alborotado.
── estoy fea, lo sé.
── no, estás preciosa, hace tiempo que no te veía así.
── estoy horrible -se giró y caminó hacia adentro. Cerré la puerta y me acerqué a ella, cuando la abracé por detrás, sentí lo nerviosa que se puso, y eso me gusta.-
── estás preciosa.
Puso sus manos encima de las mías.
── gracias por dejarme en la cama y desvestirme.
── un placer.
Aparté su pelo hacia un lado y hundí mi cabeza en su cuello, levantó su mano hasta dar con mi cara y me acarició. Empecé a dar besos en su cuello.
── mami, ¿dónde estás? -los dos nos separamos.-
── aquí mi amor.
Cuando nos vió, frunció el ceño pero luego sonrió.
── papi -cuando se acercó lo levanté.-
── hola campeón.
── ¿por qué estás aquí a esta hora?
── porque saldremos los tres juntos.
── ¿ahora? -preguntó sonriendo.-
── sí.
── ¿ahora? -repitió ella la pregunta, la miré.-
── sí, desayunaremos fuera, así que arréglate, yo me encargo de Liam.
── vale.
Se alejó.
Yo entré a la habitación de Liam, mientras ella se duchaba, escogí la ropa que le pondría a él. Cuando ella salió, lo duché y fuimos a su habitación.
── papi.
── dime cariño.
── ¿tú amas a mi mami?
── la amo muchísimo.
── ¿y vas a dormir con ella? -lo miré.-
── ¿tú quieres que duerma con ella?
── sí -sonreí.-
── por ahora no podemos, pero te prometo que dormiré con tu mami.
── ¿de verdad?
── sí mi amor, pero no le digas a nadie.
── vale papi -dijo sonriendo.-
Terminé de vestirlo y salimos. Los dos nos sentamos en el sofá. Estuvimos esperando mucho rato.
── ¡Alina! -grité y suspiré.- ¡vamos a morir de hambre!
── ya está -miramos hacia la puerta. Mordí mi labio y la miré de arriba a abajo.-
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