Fue cuestión de semana para que aquél extraño hiciera que sintiera amor por él. No estaba bien, tenía un mal presentimiento, pero no le importaba. Lo quería, podría dejar todo allí, abandonar su sueño por él y solo escapar hacia un mejor lugar donde fueran felices lejos de tanto dolor y odio que los presionaba.
Él no le dijo nada más. No dio pistas ni mencionó algo sobre su secreto, por lo tanto, ella pasó la tarde atendiendo sus tareas de manera despistada. Le daba vueltas al asunto y temía por la vida del hombre que se adueñó de su corazón. Cuando cayó noche cubriendo de oscuridad las calles de Marley, Eirene se apresuró en llevar un libro con ella mientras se dirigía a la habitación del hombre. Sentía sus manos sudar y las piernas temblar mientras imaginaba lo peor. Lo peor sería que él dijera que debía embarcarse en la guerra contra Eldia a pesar haber perdido su ojo y pierna. No soportaría perderlo.
— Adelante, señorita Magath. —le respondió después de escuchar los dos golpes en la puerta.
Ella puso sus pies dentró del cuarto. Sentía las paredes hacerse pequeñas, comprmienso su cuerpo e impidiendo que el aire llegara a sus pulmones. Rezaba por no escuchar malas noticias.
— Tienes que sentarte. —palmeó el lugar junto a él en la cama.
Con inseguridad y los nervios jugando en su contra, se acercó sentándose mientras esperaba que el balde de agua fría le cayera encima. Se sentía pequeña al lado de él, quien fácilmente le rebasaba varios centímetros. Su mirada a veces lograba intimidarla.
— Relájate, lo que voy a decirte es largo. —acarició la mano de la joven al darse cuenta del ligero temblar de su cuerpo. Era tan frágil que deseaba protegerla para que nadie le hiciera daño—. Antes de empezar, tengo una pregunta y espero que tu respuesta sea la más sincera que tengas. ¿Qué soy para ti?
— S-señor Kruger...—titubeó. Sus mejillas adquirieron un color rojo y apartó la mirada con vergüenza. Temía haber sido descuidada, dejando entre ver los sentimientos que habían nacido—. Toda mi vida he reprimido mis palabras y sentimientos, pero cuando apareció mi lengua cobró vida y dejó que todos los pensamientos que habitaron en mi mente salieran a flote. Usted me hizo recordar lo que es sentirse escuchada. Yo...yo siento que mi corazón se ha encendido desde que apareció en mi vida. —vaciló un segundo mirándolo a través de sus pestañas—. Creo que estoy e-enamorada de usted.
Esa respuesta era que Eren quería oír. Aquella mujer había llegado a su vida sin premoniciones, no la vio cuando le echó una mirada a su futuro. Era como si el destino intentara decirle que aún había esperanza de salvar al mundo del caos, que aún había esperanza de ser salvado y amado.
— Mi nombre no es Eren Kruger, no soy un guerrero de Marley ni perdí la memoria.
Ella lo miró sin entender. No había cabida para sus palabras, había sido muy precipitado y brusco al decirle eso.
— Mi verdadero nombre es Eren Jaeger, soy eldiano, vengo de la Isla Paradise y soy quien posee el titán de ataque y el fundador.
— Señor Kruger, ha comenzado a desvariar. —se levantó de un salto del colchón y lo miró con una sonrisa entre divertida y nerviosa. No entendía el punto del hombre y porque mentía, pero le estaba pareciendo una broma de mal gusto—. Iré por un termómetro, puede que tenga fiebre, también necesitará algún sedantes para que pueda dormir tranquilamente.
Antes de que pudiera dar un paso más, Eren se levantó en sus dos piernas y la sostuvo entre sus brazos, pegándola a su pecho y cubriendo su boca con su mano derecha. Interpretó mal la reacción de la mujer creyendo saldría a las calles para gritarle la verdad a los demás, pero rápidamente desechó ese pensamiento.
— Soy un infiltrado. He venido por el titán martillo y por el titán bestia. Estoy aquí para declarar la guerra...—pausó para darle tiempo de procesar la información—. O al menos ese era mi plan antes de escucharte hablar de esa manera tan convincente.
Aflojó su agarre y dejó de taparle la boca. Sintió como el delgado cuerpo de Eirene temblaba entre sus brazos, incluso pudo sentir como las lágrimas le habían mojado su mano.
— ¿Vas a matar a todos...? —de todo lo que pudo escuchar aquello fue lo único que le interesó.
— No. Tú mencionaste que harías lo posible para que se diera un diálogo pacífico con los representantes de las naciones. Dijiste que las palabras correctas podría detener la guerra y traer paz. —la tomó de los hombros y le dio la vuelta. Se había retirado la venda para mirarla a los ojos dejándola helada, más no sorprendida, realmente era un titán inteligente—. Yo confío en ti Eirene, pero dime, ¿confías en ese plan para ponerle un fin a la guerra?
— Completamente. —aseguró, pérdida en una dimensión desconocida, sus ojos verdes eran preciosos. Había sido atrapada por la mirada de Eren, lo miraba como si fuera la única salida—. Desde que era niña tengo el sueño de ver a las naciones unidas, trabajando juntas. Anhelo la libertad tanto como los Eldianos. —las lágrimas seguían saliendo de sus ojos, temblando sin poder dar razón a lo que estaba sucediendo. Parecía tan irreal que por un momento creyó que era víctima de sus continuas pesadillas—. Yo creo en ti y en el diálogo. En el festival, podemos hacerlo allí. Frente a todos, para que sean testigos de que ustedes no son como ellos piensan, de que hay esperanza y fé de vivir en paz y libertad.
— Yo también lo deseo así. Deseo que la guerra acabé. —por segunda vez le acarició la mejilla, pero está vez también enredó sus dedos en los mechones rubios—. Eirene, yo también me he enamorado de ti. No estaba seguro si era amor, pero lo confirmé esta mañana cuando me miraste con un brillo especial mientras te prometía llevarte a conocer el mar. Todo lo que quiero es hacerte feliz, darte libertad y pasar mis días restantes a tu lado. Tú eres un ángel puro e inocente que fue puesto en mi camino para que encontrara la paz que me arrebataron. Estaba roto, pero tú me hiciste creer.
— ¡Por favor no! —la voz se le quebró y no pudo seguir conteniendo el torrencial de lágrimas que acumuló por largos años—. Yo no soy nada de lo que tú dices, soy un demonio que merece el infierno...
Después de tantas lágrimas retenidas, de tantos sentimientos reprimidos y recuerdos llenos de culpa, Eirene dejó caer los muros de su corazón para dar paso a esos sentimientos llenos de dolor que la perseguían desde que tuvo catorce años. Desde que fue una niña cobarde, presa del terror de la guerra y con sueños rotos.
Le dio miedo mirar a Eren y que descubriera la verdad detrás de toda su bondad, porque en el fondo era un alma podrida y atosigada por los fantasmas del pasado. Era igual de basura que los demás marleyanos.
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B R O K E N ¦ EREN JAEGER
FanfictionROTO ━━ ❛ Tú luchas por la libertad y yo lucho por la paz. Espero que alguno de los dos pueda ganar esta batalla.❜ Eren creía que más allá del mar residían sus enemigos, personas con un increíble odio hacia las person...