15. El Final.

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Hizo un breve recuento de todo lo que había sucedido en tan solo un par de horas

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Hizo un breve recuento de todo lo que había sucedido en tan solo un par de horas. Las personas a las que le dijo adiós, las lágrimas que se derramaron por sus mejillas mientras veía el horror que era el mundo, siempre fue un lugar cruel, pero ahora era un escenario peor.
El amanecer y atardecer ahora compartían el mismo color solitario, todo lo que representó vida estaba quemado en la tierra.

Allí estaba ella, parada en medio del caos mientras meditaba y se le llenaban los ojos de lágrimas por un amor que no pudo ser. Contempló al monstruo que había asesinado a millones de personas. Sus ojos eran diferentes a lo que había sido cuando lo conoció, había un odio abrasador que era imposible de asimilar.
Repentinamente llegaron todas las memorias que vivió a su lado provocando que sus labios formaran una sonrisa rota. En ella había desesperación y soledad. ¿Por qué un sentimiento tan puro como el amor podía doler tanto?

Cayó de rodillas soltando las cuchillas y fue incapaz de hacerlo, aún cuando dijo que lo mataría, no podía. Lo amaba más de lo que había imaginado, cada centímetro de su piel estaba embriagado por él. Estaba mal, necesitaba detenerlo, frenar con la masacre, ponerle un final a todo el horror. Tenía que hacer lo correcto asesinando a un genocida.
Pero no podía aunque lo deseara, su cuerpo no parecía responder, negándose a llevar a cabo esa misión.
Lo miró a través de sus pestañas lanzando un sollozo, lo único que quería en ese momento era despertar de esa pesadilla para encontrarse con Eren dormido en su cama mientras amanecía.
Ella le prometió seguirlo hasta el fin del mundo, pero más tarde, cuando ella muriera en sus brazos, él traería el final al mundo.

Los párpados de Eren se elevaron con gran sorpresa al verla frente a él, llegó a pensar que se trataba de un espejismo producto de su inestabilidad, pero cuando sintió sus frías manos y suaves labios besando su mejilla, supo que era real.

— Por favor, detente. —sollozó despejando su rostro de los mechones castaños. Besó sus labios con cuidado pegando su frente a la de él sintiendo la piel caliente—. Vamos al mar y vivamos juntos. ¡Deja de cargar con todo! No tienes que preocuparte por nada más, cuidaré de ti, besaré tus cicatrices, cambiaré todos esos malos recuerdos por unos hermosos. —suavizó su voz y se separó para verlo directamente a los ojos—. Dime algo, no te quedes callado mirándome de esa manera. Puedo oír tu corazón latiendo en tu pecho. Tienes que darte prisa. —miró con desespero a todos lados buscando una manera de sacarlo de ese enorme cuerpo de titán sin hacerle daño—. Yo sé que hiciste esto por tus amigos de la isla y por mí. —su voz disminuyó y un nudo grueso se formó en su garganta. Eirene abrió la boca intentando decir algo, pero roncos sonidos salieron de sus labios y tuvo que respirar fuerte llevando sus manos a su pecho. Las lágrimas salían como torrentes que se deslizaban por sus mejillas—. Esto es mi culpa.

— ¡No lo es! —se dignó a hablar. No soportaba la idea de verla llorar por su culpa.

— ¡Sí lo es! —gritó poniéndose de pie. Se tambaleó dando una fugaz mirada hacia atrás. Seguro que los demás se estaban preguntando porque tardaba tanto, era cuestión de segundos para que alguien más viniera a hacer lo que ella no podía—. Y-yo confíe en ellos como una tonta. Siempre creí que el mundo era bueno. Veía bondad en todos aunque no la tuvieran, aunque me trataron mal siempre creí en ellos. Vivía en una fantasía creyendo que todos podrían vivir en eterna paz, pero desperté y me di cuenta que eso era imposible. Mi estúpido plan sobre dialogar fue lo que nos llevó a esto, no debí confiar en mi padre... Y él, él ahora está muerto, al igual que él ochenta por ciento de la humanidad. ¿Y sabes que es lo peor? —se rió mirando a otra parte, tomó una exhalación profunda buscando fuerzas para continuar—. Que teniendo el poder de cambiar la historia, cometí el mismo error y condené a los demás, y te condené a ti, quien halló esperanza en mi. —suspiró acercándose de nuevo a él, sus ojos brillaron cuando encontró su esmeralda colgando en el largo cuello de Eren, sonrió con tristeza dándose cuenta del amor que él le tenía—. Te cubriré con mi cuerpo, calentaré tu corazón para que sientas de nuevo, llenaré tu mente de buenos recuerdos quitando las horribles pesadillas que te atormentan. Besaré tus cicatrices y secaré tus lágrimas. Te llevaré en mis brazos como a un recién nacido que apenas conoce la vida. Cuidaré de ti para que nadie más vuelva a hacerte daño. —su voz era ronca y pesada por el llanto desesperado y sollozos fuertes que se ahogaron en el silencio de la boca del titán. Sus palabras lograron transmitirle una sinceridad lo suficientemente cálida como regresarlo a la realidad.

B R O K E N ¦ EREN JAEGERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora