10. Demasiaso tarde para ser salvada.

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La paz y la libertad iban de la mano

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La paz y la libertad iban de la mano. Sin la primera no podría lograrse la segunda, por eso las naciones vivían en prisión, sus maneras de comunicarse seguían siendo poco efectivas para vivir pacíficamente entre ellos. Parecía que no entendían nada después de toda la sangre derramada, como si su instinto fuera la guerra. En un lugar donde lo único que conocían era el miedo y las ganas de aferrarse a pelear, sería difícil hallar paz en sus corazones.

— Vendré a las ocho por ti. —informó, con una radiante sonrisa por las ansias de poder ganar y detener el caos. Sus esperanzas en la humanidad eran demasiado altas—. Necesito ir a hablar con mi padre para que me dé las últimas indicaciones.

— Te estaré esperando aquí. —miró el lado vacío de la cama, donde horas antes ella había descansado, dejando que su sedoso y abundante cabello rubio se esparciera por la almohada.

— Tendremos que actuar con discreción y guardar las apariencias. —mencionó, observando de manera descuidada el libro que yacía en el piso junto a la ropa de Eren—. Si nos descuidamos el plan podría venirse abajo. Solo tenemos una oportunidad, aprovecharla al máximo es nuestro deber.

— Deberías postularte para un importante cargo cuando se firme el tratado de paz.

El error de Eren fue dejarse cegar por esa derrochante fé en la esperanza. No puso un límite entre sus sentimientos y pensamientos sensatos. Dejó que Eirene lo arrastrara a ese paraíso perfecto, quiso vivir en la eutopía sin darse cuenta del grave error que cometía. No importaba si ella fuera la diferencia, la humanidad no estaba ni estaría lista para el cambio. Esas personas llenas de desprecio pensaban que la única paz en el mundo vendría cuando Eldia fuera destruida.

Eren jamás debió bajar la guardia.

— ¡De prisa! El señor Tybur ya casi termina con su discurso.

Él había abandonado la casa de Eirene , burló a los guardias de la misma manera como lo hizo al infiltrarse. Su corazón latía de prisa, sentía un poco de miedo y no por él, si no de solo imaginar que el plan no funcionara y descubrir que la humanidad no entendería su plan de paz, dando tregua al enemigo.

— ¿Te sientes bien? —ella se inclinó para ver el rostro de Eren, quien aún seguía agachado en aquel oscuro callejón.

— Solo dame un segundo. —había tenido que volver a cortar su pierna para seguir fingiendo ser un indefenso soldado caído.

— Está noche dejarás de hacer eso. Todo tu sufrimiento se detendrá y seremos felices. —Sonrió para tranquilizarlo, pero ella estaba igual o más nerviosa que él. Optó por tomarle la mano para transmitirle calidez y amor aún cuando eran de metal. En un inició ella sentía pena de tocarlo creyendo que sería incómodo, pero él la amaba tanto que no le importó.

Había tanta esperanza en el corazón bondadoso de esa irreal mujer. Quizás era una diosa que había sido enviada para detener la guerra. Un ser de paz en un mundo cruel. Una combinación peligrosa que podría poner en peligro su vida.

B R O K E N ¦ EREN JAEGERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora