꧁Capitulo 6: Un crepúsculo de colores꧂

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USA se encontraba sentado en el frío suelo del balcón, apoyando su espalda contra el ventanal, observaba el cielo estrellado siendo acompañado de la luz de la luna. Entre manos tenía una lata de cerveza, a su al rededor habían más latas pero sin su contenido dentro. Le dolía la cabeza, al igual que la mayoría de los golpes que se había llevado al pelear contra el alemán. 

Vaya fiesta de cumpleaños. 

Desde un principio supo que no debió hacer caso a las palabras de su hermano. Todo el mundo se divertía menos él. Todo el mundo estaba bien menos él. Quería irse a su casa, dormir durante tres días seguidos y luego fingir que nada pasó. Sí, le parecía una idea excelente. En esos momentos, juraba que si tuviera cigarros a mano, fumaría como en los viejos tiempos para calmar su mal humor. Suspiró y dio otro largo trago. La fría bebida se deslizaba por el interior de su garganta cuando escuchó la puerta de entrada ser golpeaba. Pensó que volvería a ser Canadá insistiendo con entrar pero una voz femenina lo tomó por sorpresa, causando que se ahogara y comenzara a toser. 

USA, ¿Puedo entrar? Soy Argentina...

El corazón del estadounidense se detuvo por tan solo segundos al escuchar esa dulce voz provenir de afuera. Se giró para luego ponerse de pie y adentrarse en el cuarto con pasos lentos, pensando en si abrir o no la puerta. Él no quería ver a nadie, estaba enojado y triste. No quería ser visto de esa manera y no tenía sus lentes para ocultar sus ojos. Ah, sus fieles lentes que siempre lograban ocultar sus emociones. Y por culpa de cierto alemán estaban rotos. 

Al no recibir respuesta, Tina decidió volver a hablar— USA... Por favor, déjame verte. Solo quiero hablar con vos. —El norteamericano, desde el otro lado, había apoyado su frente contra la superficie de la puerta mientras que Tina repetía la misma acción, incluso si no podían verse habían coincidido en eso— Prometo que será rápido y no te voy a joder más. 

¿Abrir o no abrir? ¿Qué debía hacer? 

La había defendido de aquel alemán ebrio y ahora ella había ido a verlo. No conocía las razones de ella pero suponía que, quizás, fue a agradecerle por su gesto amable. Si eso era así, tal vez valía la pena permitir que la chica se adentrara al lugar y lo viera en aquel estado fatal. USA apretó la manija de la puerta con fuerza, aún dudando de lo que haría pero, al final, terminó abriendo aquella puerta que hacia de impedimento para ver a la joven latina. 

Volver a ver aquellos ojos color miel... lo volvían loco. 

Entra. —Tina, que se había quedado de pie en la entrada de la puerta mientras el norteamericano se alejaba de ella para volver al balcón, entró inmediatamente. Cerró la puerta detrás de ella y continuó sus pasos siguiendo al norteamericano hasta encontrarlo sentado en el suelo, cubierto de latas de cerveza, sobre un bello balcón que daba una vista espectacular de la ciudad y su cielo— What do you want? (¿Qué quieres? )

Vine a hablar con vos. —Respondió, ahora sentándose a un lado de USA pero manteniendo distancia. Ninguno se dirigía la mirada y la brisa fresca generaba en ambos un leve escalofríos.

¿Sobre qué? —La argento no disfrutaba de la actitud que aquel hombre estaba teniendo. LO notaba de mal humor, por lo cual se armó de valor y paciencia para rebuscar en el bolsillo tarsero de su jean— ¿Mm? ¿Qué haces? 

Te traje esto... —USA no creía lo que veía— Feliz cumpleaños.

Un regalo. Un pequeño pero no menos llamativo regalo entregado por parte de ella para él. Nuestro querido estadounidense observaba como entre las manos de Tina había un pequeño llavero que tenía como decoración una frase que decía "eres el mejor" y a su lado, un corazón con la bandera argentina. Se había quedado sin palabras al punto que la chica tuvo que continuar hablando. 

Sé que no querías hacer una fiesta de cumpleaños. —Sus miradas que se cruzaron— México me lo dijo. Pero no me dijo las razones por las que odias este día.  —Sonrió de forma leve, literalmente delatando a su mejor amigo— Entonces pensé que al menos, lo mínimo que podía hacer era venir y darte un regalo. Creo que todos merecen disfrutar un día tan especial.

...Tina, no era necesario. —Aunque dijo aquello, por dentro la felicidad que sentía era demasiada. Había tomado aquel llavero en manos y ahora lo inspeccionaba con curiosidad. Parecía un niño, porque ahora no dejaba de sonreír. Pero pronto, al darse cuenta de su actitud, ocultó aquel regalo en el bolsillo de su pantalón y borró su sonrisa.

H O P E [Usarg] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora