Día 5

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Hace un par de días, fue con su mejor amigo, Kuroko a una tienda de antigüedades a la que solía frecuentar. Furihata tenía un extraño gusto por los espejos, en especial si parecían antiguos. El señor Akemi ya le conocía, así que al verlo llegar le saludó y le mostró los espejos que habían llegado. Uno en especial llamó su atención, era una espejo de cuerpo completo con un marco de madera oscuro y en el, rosas hermosamente talladas y en el centro de cada una, una pequeña piedra que parecían rubíes. Quedó embelesado con tal belleza que no dudo en pedirlo, claro el señor Akemi le mencionó algo sobre esa pieza, pero el estaba tan concentrado apreciándolo que no prestó atención y con determinación, lo adquirió. Estaba feliz por su compra, pero a su amigo, Tetsu, algo no le agradaba, ese espejo le daba una mala vibra.

-Furihata, ¿no crees que ya tienes muchos espejos?-
-¡Este es único! No había visto uno tan lindo, y se ve tan mágico...- expresó el castaño
-Bueno, recuerda lo que dijo el señor Akemi- y aún con su mal presentimiento, el peliazul se despidió de su amigo.

Lo que dijo el señor Akemi... Bueno no importa.

Decidió colocar aquella bella pieza en su habitación, justo frente a su cama. Nuevamente se miró en el y sentía aún más admiración y curiosidad, algo se le hacía familiar y a la vez, sentía un extraño sentimiento.

Con el paso de los días, empezaba a tener la sensación de ser observado, y era raro, el vivía solo aunque sus padres y hermano solían visitarlo y quedarse un par de días con él. Esa sensación se intensificaba por las noches y el temor empezó a crecer en su pecho.

Un mes después, despertaba agotado mental y físicamente, y es que había empezado a tener sueños... Eróticos... Con un extraño pelirrojo que nunca había visto. Y eso no era lo único raro, también que cada vez que veía el espejo una sensación excitante le recorría el cuerpo y lo orillaba a tocarse frente a el, luego se queda dormido y al día siguiente amanecía agotado, como si sus sueños fueran reales.

Su miedo se intensificó justo esa noche en qué mientras se tocaba frente al espejo nuevamente, pudo ver en el, ya no su reflejo, sino el del chico pelirrojo que estaba viéndolo con ojos lujuriosos y una enorme sonrisa. El terror que sintió no se comparó con la excitación al ser observado, lo cual lo hizo venirse. Al recomponerse cayó en cuenta de lo que había visto y sucedido. Fue así como terminó asustado,  envuelto entre sus sábanas y con los ojos cerrados solo esperaba el amanecer. Logró escuchar el caer de la sábana que había puesto en el espejo. Escuchaba los pasos, y la leve risa, tenía mucho miedo. Y entonces sucedió, quedó descubierto y a merced, del que ahora podía observar era un atractivo varón pelirrojo que le miraba como si de su presa se tratase.

Y es que el no podía imaginar que aquel espejo era en realidad el contenedor de un antiguo demonio sediento de lujuria, y que el señor Akemi le había advertido sobre él.

-Esta vez no te dejaré dormir Kouki- dijo el pelirrojo antes de lanzarse al chico castaño que a pesar del miedo, sé encontraba completamente excitado.

31 Días de Akafuri (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora