Día 3

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La vida de Akashi Seijuuro parecía perfecta, heredero de un gran imperio, un genio en los negocios y un alfa sumamente atractivo. Omegas y betas por igual anhelaban su compañía, pero el corazón del león ya tenía dueño, un lindo Omega de ojos y cabellos color cielo, Kuroko Tetsuya, su, ahora prometido. Seijuuro lo amaba con fervor, ese pequeño husky lo había enamorado por completo.

Esa noche le tenía una gran sorpresa preparada, era su octavo aniversario como pareja tenía todo planeado: las flores, los dulces de vainilla que más le gustaba, había salido inclusive de su trabajo temprano para llegar con él. Llegó al apartamento d su pareja (pues el se había negado a vivir juntos), encontró un par de copas en la mesa de la sala lo cual le parece extraño ya que su novio no le había dicho que tendría visita ese día, escuchó ruidos en su habitación, sonidos que conocía bien y qué fue lo que encontró, a su amado Omega en la cama con el que se suponía era su mejor amigo. Claro no el de él, Shintaro no sería capaz de traicionarlo, hablaba de Kagami Taiga.

Dejó caer las rosas que llevaba, y salió de aquel lugar prácticamente corriendo, sin un punto fijo

...

Kagami Kouki era un bello Omega de piel tostada, cabellos y grandes ojos chocolate, todo en el  inspiraba ternura, y como no, si se trataba de un lindo conejito. Aunque en su infancia eso causó que fuera objetivo de burlas e inclusive golpes por parte de otros niños, pues decían que era débil, eso hasta que un lindo tigre lo defendió. Conoció a Kagami a los 10 años, y no iba a negar que desde entonces ese alfa había ganado su corazón. No fue hasta los 15 que decidió confesarlo, y para su sorpresa fue correspondido. De eso ya habían pasado años, ahora estaban cerca de su 2do aniversario de casados. Lo amaba, ese tigre era su todo.

Y por eso, nunca imaginó llegar un día a su hogar y encontrar las maletas de su pareja en la puerta, y verlo bajar con un rostro de culpa pero con una mirada determinada. Lo que dijo le destrozó, había alguien más, y por él lo dejaba. Lloró, le pidió, le imploró que no lo dejara, que se dieran otra oportunidad.

-Dime en qué me equivoqué y lo arreglaré, pero no me dejes-
-Kou, ya no hay nada que hacer, yo... Yo amo a otra persona, lo siento-

Con esas palabras lo dejó en el frío suelo de la entrada, Kouki lloraba desconsoladamente, no el dolor era intenso, se sentía morir. Solo optó por salir en esa lluviosa noche a caminar sin rumbo fijo.

Iba por la calle pensando porqué, Dios qué hice para merecer esto. Se seguía preguntando que es lo que hizo mal, ¿Es porqué no había podido darle hijos aún? O ¿En qué momento se acabó el amor?

Esa noche, dos almas caminaban bajo la lluvia, con el mismo dolor de un corazón roto, parecía que el cielo les acompañaba en su sufrimiento. Sin darse cuenta ambos llegaron al mismo lugar, un desolado parque, sus miradas conectaron y Seijuuro suspiró, al parecer no era el único. Kouki miró al león con miedo, pero algo dentro de él le dijo que estaría bien.

La lluvia cesó, y la bella luna hizo su aparición, iluminando la silueta de esas dos personas, ambos sonrieron, y por alguna extraña razón, ambos se acercaron y con la dulce melodía que creaban sus latidos, se hicieron compañía hasta que el sol les anunció la llegada de un nuevo día. Y este podría ser también, el inició de una nueva vida, una donde dos corazones rotos pueden curarse...

31 Días de Akafuri (Cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora