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—Yoongi, ¿vienes hoy a casa de Jungkook? Vamos a jugar un rato. —Preguntó Nam con el resto de los chicos detrás de él.

—No, otro día. —negué con la cabeza despreocupado, y me dí la vuelta para dirigirme al aula.

—¿A dónde vas? —rió él siguiéndome—. ¿Te quieres quedar a estudiar?

—¿Hablaste con Chaeyoung? Impresionante. —dijo Seokjin.

—Estoy castigado.

Todos exclamaron asintiendo.

—¿Qué tienes que hacer?

—Quedarme a limpiar las aulas.

Hoseok hizo una mueca de dolor. —Buena suerte con eso.

—Sí, y cuando termines avisa así vienes igual.

—Ya veré.

Me despedí de ellos deseando irme yo también, pero si lo hacía solo ocasionaría más problemas. Por lo tanto no me quedaba más opción que dirigirme a mi salón, como había indicado el profesor Kim antes de empezar la jornada. Al terminar el día, regresaría al salón y me daría indicaciones para comenzar.

—Ah, Min, aquí está. Creí que se había escapado. —dijo a penas me vio cruzar la puerta.

Lo cierto era que no se encontraba solo.

Una chica de mi clase cuyo nombre nunca me había interesado recordar estaba parada frente a él con las manos entrelazadas a la altura de su falda. Me dirigió una mirada vaga al verme llegar y regresó su vista al suelo. Tenía el cabello castaño y largo, además de una evidente expresión de cansancio a juzgar por sus ojeras marcadas. Por un instante me recordó a mi padre, pero decidí evadir cualquier pensamiento sobre él. Ya lo aguantaría en casa.

—Muy bien, ya que están los dos, les dejaré hacer su trabajo. Deben limpiar todos los salones de ésta planta. Ya saben; los bancos, barrer, la pizarra, los borradores, cambiar las bolsas de los cestos... —enumeró elevando sus dedos.

Miré a mi alrededor esperando que continuara hablando, pero en vista de su silencio, lo hice yo: —¿Con qué?

—Vayan a buscar las cosas en la oficina del conserje. Yo también tengo trabajo, los veo en dos horas.

Y dicho ésto, se retiro del salón junto a su maletín dejándonos en un silencio muy incómodo. Tardé unos segundos en reaccionar y salir yo también, rumbo a donde las cosas se encontraban.

—No creo que dos horas nos alcancen para limpiar todos los salones, son demasiados. —habló por primera vez ella, dando unos saltitos para quedar a la par mío mientras caminábamos por el pasillo—. ¿Crees que nos tenga más tiempo si no lo hacemos?

Me encogí de hombros. —Él dijo dos horas, en dos horas me voy.

—Ah, bueno, yo también.

Llegamos a la oficina del conserje donde éste se encontraba sacando unas cosas, así que le pedimos lo necesario para poder empezar. Se veía contento. Yo también lo estaría en su lugar de saber que tendría menos trabajo en todo el año. Tal vez si a mí me pagaran...

Entramos al salón de nuevo y ella tomó el limpiador roseando poco un banco para así comenzar a tallar con un paño. Las manchas de rotuladores lo cubrían y se veían difíciles de sacar. Por mi parte tomé la escoba y comencé a barrer sin ganas.

—¿Tú eres Yoongi, no? —preguntó luego de unos minutos de silencio en el que solo se escuchaba la escoba deslizándose por el suelo.

Asentí sin mirarle. No tenía muchas ganas de iniciar una conversación, pero por alguna extraña razón me obligué a continuar—. ¿Y tú?

—Jennie. Kim Jennie.

—¿Tú eres la chica a la que Chaeyoung enseña física?

—Sí, ¿cómo sabes?

—Ella me contó. —dije sin importancia.

—Ah, ¿y por qué te castigaron?

—No importa.

—Por algo te estoy preguntando.

Bufé mirando al techo. —No quiero hablar, ¿sí?

—Ay qué malhumorado. —arrugó su nariz sin dejar de tallar—. Así que los demás tenían razón...

—¿Razón en qué? —dejé de barrer mirándola fijamente.

—Nada, nada, no importa.

—No, ahora me dices.

—Pues en eso —paró ella también—. En que eres un malhumorado que no habla con nadie excepto sus amigos.

—¿Y no es mi problema? ¿Por qué tanto interés en comprobarlo? —tomé la pala y comencé a juntar en ella toda la suciedad que había juntado con ayuda de la escoba—. Mejor que te metas en tus cosas, a ver si terminas más rápido con eso.

—Tampoco para que te pongas así.

—Me estás llamando malhumorado y a penas si hablamos, ¿quieres que te traiga un ramo de rosas o qué?

—Vale, vale. —rodó sus ojos y continuó con su tarea sin decir más nada.

Y así pasamos el resto de las dos horas. En silencio y cada uno por su lado haciendo su tarea. Al final no llegamos a limpiar todas las aulas en dos horas, por lo que tuvimos que quedarnos media hora más para terminar. Y eso que nos apuramos.

El profesor Kim nos dejó ir finalmente y me regresé a mi casa con el uniforme lleno de tiza listo para que mi madre me regañara. 

Cómo Conquistar a Kim Jisoo | JINSOODonde viven las historias. Descúbrelo ahora