Remus Lupin ha regresado a trabajar a Hogwarts y desde entonces nada es lo mismo en el mundo de Hermione. Harry y Ron no sospechan nada pero Draco Malfoy sí, y no permitirá que un hombre lobo se interponga entre él y el objeto de su deseo. ¿Quién ga...
Ese mismo día después del almuerzo los slytherin de séptimo grado tenían clase de DCAO.
Draco Malfoy, con un ánimo poco característico de él, tomó sus cosas y se dirigió al aula. Crabbe y Goyle iban detrás de él.
- Te veo muy entusiasmado- dijo Crabbe con un poco de timidez.
- Lo estoy, Crabbe, créeme que lo estoy- contestó el rubio sin borrar su sonrisa.
- Pero si toca Defensa Contra las Artes Oscuras y el lobo ya está de regreso...
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- Por eso mismo, idiota. Porque tenemos clase con el hombre lobo.
Crabbe y Goyle se miraron sin comprender.
El plan de la Poción Implantadora ya tenía varios días en marcha. Con ayuda de Kreacher, el elfo doméstico que Sirius Black había donado a Hogwarts (a cambio de otro elfo de carácter más dócil que pudiera servir en la Mansión Black), Draco había podido conseguir dicha poción con sus antiguos contactos del mercado negro.
Y es que a pesar de que el elfo ahora se encontraba bajo las órdenes del director del colegio, su verdadera lealtad aún seguía estando con la estirpe de su antigua ama. Por eso se complacía enormemente cuando el joven Draco Malfoy le encargaba tareas, obviamente a escondidas.
Hasta el momento el elfo se las ingeniaba para verter a la hora de la cena la dosis correspondiente de poción en el vaso de Hermione. Era cuestión de días para que ella cayera a los pies de su amo por voluntad propia. Y gracias a él, ahora Malfoy tenía otro as bajo la manga, un elemento que no había tomado en cuenta hasta que el elfo lo enteró de cierta información.
- "Ya veremos qué tal funciona"- pensó Draco mientras entraba al aula. Ciertamente no tenía grandes expectativas, pero al menos obtendría el placer de fastidiar a su odiado profesor en su primer día de regreso en el castillo.
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- Bien, el profesor Snape me dijo que pidió para hoy los ensayos sobre Necromancia. Quiero que pasen a mi escritorio y los entreguen- dijo el profesor Lupin con la habitual seriedad dirigida a este grupo de Slytherins.
Todos comenzaron a pasar. Draco se acomodó plácidamente en su silla y subió los pies a la mesa: esperaría para ser el último en entregar su pergamino.
Ya que todos sus compañeros habían pasado, se levantó y también se dirigió al escritorio. Lupin aguardaba de pie.
Una gran sonrisa de satisfacción se dibujó en los labios de Draco al notar cómo el profesor no había logrado disimular su perplejidad al ver el relicario que colgaba del cuello de su alumno.
- "No puede ser posible" - pensó el profesor sin dejar de mirar al rubio que ahora le daba la espalda y se iba a sentar a su lugar. Un frío desagradable recorrió su cuerpo.